Rosalía Ciciolli
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Fedora no llegó al mundo del chocolate por casualidad. Lo hizo por amor. Un amor profundo por los sabores auténticos, por la creación artesanal, por lo orgánico, lo puro, lo verdadero. Su búsqueda comenzó con una obsesión casi poética: Encontrar un chocolate orgánico, sin conservantes ni aditivos, capaz de honrar al cacao en toda su esencia. Y lo logró.
Guiada por los maestros chocolateros venezolanos José Alejandro y María José Rodríguez, Fedora dio sus primeros pasos en la bombonería artesanal con una idea clara: Cada chocolate debía tener alma. Así nació su propuesta: Chocolates bean to bar, que implica que son cuidadosamente elaborados en todo su proceso, desde el grano elegido hasta los rellenos con sabores únicos, pensados para quienes saben que el lujo también se encuentra en lo simple, lo auténtico, lo hecho con las manos y con el corazón.
Su emprendimiento, sin embargo, no se construyó de la noche a la mañana. Fedora lo empezó “a pulmón”, con capital propio y una refinadora de cacao como su primer gran salto al vacío. “Fue amor a primera vista”, cuenta. Aquel primer aroma quedó tatuado en su memoria, y desde entonces no hubo marcha atrás.
Desde su taller, que poco a poco fue equipando con insumos e ingredientes de calidad internacional, Fedora empezó a crear, experimentar, aprender. En el proceso, inició su certificación como maestra chocolatera, mientras las primeras ventas llegaban de la manera más genuina: “por recomendación de amigos, y de amigos de amigos”.
La formalización del negocio trajo consigo nuevas oportunidades. Participó del programa de Capacitación para Mujeres Líderes de Negocio impulsado por la Cooperativa Medalla Milagrosa y el Viceministerio de Mipymes, donde obtuvo el primer lugar. Ese reconocimiento se tradujo en un capital semilla que potenció su emprendimiento y aceleró su plan de crecimiento, con la mirada puesta en la región capital.
Pero Fedora no solo creó una marca, sino construyó un espacio de colaboración y expresión artística. Hoy, su equipo fijo está formado por cinco personas, y la marca también abre sus puertas al talento de chefs y autores invitados que aportan su visión y creatividad a cada producto.
Con el foco puesto en la expansión, Fedora Chocolates de Autor planea cerrar el año con dos puntos de venta estratégicamente ubicados en Asunción. “Queremos que cada persona que pruebe nuestros chocolates sienta una experiencia, un momento único, algo que recuerde”, dice Fedora, con esa misma pasión con la que comenzó.
Emprender en Paraguay, asegura, fue una experiencia enriquecedora. “Las condiciones están dadas. Solo se necesita trabajo constante y ganas de hacer las cosas bien. Es un país de oportunidades para los soñadores”, asegura.
Y Fedora sueña. Sueña con más sabores, con más arte, con más momentos inolvidables en forma de bombón. Porque para ella, el chocolate no es solo un producto, sino que es su dulce manera de contar historias.