15 ene. 2025

Daddy Yankee y el peregrino de Caacupé

El famoso reguetonero Daddy Yankee anunció en la madrugada del lunes pasado, en Puerto Rico, al completar su quinto concierto La Meta, con el que finalizó su carrera artística, que “se acabó una historia y va a comenzar una nueva historia, un nuevo comienzo”, el de vivir su vida para Cristo.

“Por mucho tiempo intenté llenar un vacío en mi vida que nadie pudo llenar. Trataba de rellenar y buscar un sentido a mi vida...”, afirmó el famoso artista.

Para muchos, lo del reguetonero no es más que una acción marketinera. Para otros, solo cayó en la “trampa” de las iglesias evangélicas.

Las teorías o suposiciones sobre su actuar podrían ser interminables, pero lo llamativo es que existen experiencias humanas que son comunes, que empujan a decisiones radicales y que expresan en el ser humano, sea rico o pobre, empresario u obrero, vestido con camisa y corbata, o munido con una descolorida remera para el trabajo.

Hablamos del vacío. Ese que silencioso pero insistente perturba nuestra intimidad existencial. Ese del que hizo referencia el reguetonero en pleno escenario, y del que hablan tantos otros en sus canciones o comentarios.

“Para encontrar a Dios necesitás sentir la llanura, a pesar de tenerlo todo. Yo estaba lleno por completo de lo que cualquier ser humano puede pensar que es lo más importante; la familia que yo quería, el auto y la casa que yo había soñado y un poco más, vendía discos. ¿Qué le puede faltar a este tipo? Sin embargo, yo me metía en mi cuarto después de llenar un estadio y me acostaba vacío. Me sentía el hombre más solo del mundo. Y lo peor es que no lo puede entender si no lo vives”. Así habló en su mejor momento artístico el cantante Ricardo Montaner.

Desde hace varios días, y de modo particular, desde la jornada de hoy, todo un pueblo camina hacia la Basílica de Caacupé. Y leyendo las historias y los testimonios de fe publicados en estos días por Última Hora y otros medios, no es difícil encontrar coincidencias con las expresiones de estos personajes.

Y es que frente a la realidad que se vive, uno enfrenta sentimientos diversos, desde miedos, rabia, y también desesperanza y vacíos.

El pensador contemporáneo, Luigi Giussani, al hablar de las vivencias humanas, exponía con frecuencia que es necesario que la verdad sea el fruto de un descubrimiento verificado por la experiencia presente, no una repetición de definiciones correctas.

Y es quizás algo de esto lo que expresan, de maneras diversas, los peregrinos que hoy buscan llegar a la casa de la Virgencita Azul. Muchos han confirmado hechos sorprendentes en su vida: sanaciones inexplicables, transformaciones inesperadas, etc.

Cuando un Daddy Yankee habla de respuestas a la soledad y el vacío, de alguna manera entra en sintonía con miles de jóvenes y adultos que en este día caminan hacia la Villa Serrana. Es la experiencia humana del peregrino, de ese que camina agradecido porque se siente “lleno”, quizás colmado de un extraño gozo, así como también de aquel que dolido por un gran vacío busca una respuesta frente al dulce rostro de una Madre.

Siempre que haya un hombre buscando un sentido a su vida, un ser humano cargado de preguntas y sediento de respuestas, habrá un peregrino hacia Caacupé y habrá un nuevo “Daddy” dando un mensaje políticamente incorrecto frente a los embriagadores reflectores de la fama y el éxito.

Puede que el peregrino mañana olvide su promesa o abandone su fe; puede que el reguetonero en cuestión vuelva arrepentido a los escenarios y videos de siempre, rodeado de falsas sonrisas, pero lo que no se podrá borrar jamás es la pregunta de qué es lo que llena el vacío que siente usted y yo en cientos de momentos de la existencia. De eso no nos libraremos nunca. Esa pregunta, ese deseo, forman parte de la estructura de nuestro corazón.

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