Kahneman (Israel, 1934), que compartió el premio nobel de 2002 con Vernon Smith, se destacó por demostrar cómo los humanos toman decisiones, particularmente en situaciones de incertidumbre, lo que se puede ver en el fenómeno de la aversión a las pérdidas.
El sicólogo, que vivió en Manhattan, empleó su formación como sicólogo para avanzar en lo que se dio en llamar “economía del comportamiento”.
Su trabajo, que realizó en su mayoría durante la década de 1970, llevó a repensar temas como la negligencia médica y las negociaciones políticas internacionales, lo que analizó, principalmente junto a Amos Tversky, un sicólogo cognitivo de la Universidad de Stanford, con quien trabajó gran parte de su carrera, según señalan medios locales.
Su investigación ayudó a establecer el campo de la economía conductual, que aplica conocimientos sicológicos al estudio de la toma de decisiones económicas, pero también tuvo un efecto de gran alcance fuera del ámbito académico, destacó The Washington Post.
Kahneman, que pasó su infancia en Francia donde sus padres llegaron en la década de 1920, descubrió que las personas dependen de atajos intelectuales que a menudo conducen a decisiones equivocadas que van en contra de sus propios intereses y que esas decisiones ocurren porque los humanos “están demasiado influenciados por acontecimientos recientes”.
Su reconocimiento público se basó en gran medida en su libro Pensar, rápido y lento, que se publicó en el 2011 y se colocó en las listas de los más vendidos en ciencia y negocios, en el que explicó sus hallazgos con un estilo de escritura atractivo, utilizando viñetas ilustrativas, destacó el New York Times.
Kahneman, que en 2002 obtuvo el premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, enseñó en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en la Universidad de Columbia Británica, en la de California en Berkeley y en la de Princeton. EFE