26 dic. 2024

Danton, el terror y los nuevos pactos

“¡Audacia y más audacia, y siempre audacia!”, es la frase que se le atribuye al revolucionario francés Danton, una de las figuras controvertidas y destacadas de la primera república francesa y su comité de “salvación”, el cual instaló el terror como método de coerción y aniquilamiento de toda disidencia al nuevo régimen político implantado en Francia tras la caída de la monarquía.

Hoy 5 de abril se cumple un aniversario de su ejecución en la guillotina a manos de sus antiguos camaradas, quienes lo acusaron de corrupción y traición. Dicen que justo antes de morir se quejó: “De lo único que me arrepiento es irme antes que esa rata de Robespierre”, refiriéndose al hasta hacía poco amigo personal y líder revolucionario. De hecho, en la carta que se conserva de Robespierre a Danton y fechada un año antes de mandarlo a la guillotina, Robespierre le escribió: “Te quiero más que nunca y hasta la muerte”. ¡Vaya amistad!...

Hay datos sobre la oposición de Danton a la radicalización del terror revolucionario. ¿Pero cómo parar la máquina de matar que él mismo ayudó a instalar con instigaciones apasionadas? ¿Cómo acudir en su defensa a valores que él mismo desechó para otros?

En fin, dicen que la francesa es la madre de todas las revoluciones. Sus entretelones dan, para mucho, la verdad.

Hay una similitud entre aquel convulsionado proceso revolucionario y la revolución que está en marcha actualmente en el mundo.

Algunos le llaman todavía posmodernidad, como señalando que se trata de un paso adelante de los principios rectores de aquella modernidad con la que soñaron los revolucionarios franceses, hoy se trata de una revolución poshumanista, posverdad, nihilista y también transhumanista, poniendo énfasis en los aspectos más tecnológicos del cambio de paradigma que se está experimentando en la gobernanza global.

Como síntomas de este gran cambio o gran reseteo de los valores que hasta ahora se encumbraban sobre la base de la dignidad de la persona y la búsqueda del bien común, podemos mencionar tres noticias que para muchos pasan casi inadvertidas aún: La instalación del aborto como un derecho en la misma Constitución Nacional de Francia; el sugestivo mensaje del presidente Biden por el Día de la Visibilidad Trans, que si bien se celebra desde 2009, este año coincidió con la Pascua de Resurrección de Cristo y en el que insiste en igualar a la sociedad desde la política, y ahora la eutanasia legal en Canadá para jóvenes con autismo...

¿Hasta dónde la diosa razón cederá su trono a la diosa autonomía moral absoluta?

Justamente, recordamos esa frase de Danton sobre la audacia cada vez mayor de los que quieren dar vuelta no solo las estructuras políticas, sino también de los valores que sostienen el orden social.

Se han invocado la tolerancia, la libertad, la igualdad y la fraternidad para reivindicar más y más audaces nuevos derechos, pero ¿hasta dónde se puede llegar a negar la naturaleza humana para instalar una nueva cultura servil a la autopercepción y la autonomía total?

¿No se volcaría contra sus promotores esta maquinaria burocrática antipersonalista?...

Tal como Danton, algunos de los primeros entusiastas del globalismo y su cambio de paradigma para la gobernanza mundial actual, están ya preocupados con discursos como el del gurú Yuval Harari (Sapiens: De animales a dioses, Homo Deus y otros), que no se sonroja al afirmar que “si tomamos un humano y lo partimos encontraremos sangre, pero ningún derecho”.

Los revolucionarios de hoy invocan nuevos pactos sociales para instalarse, pero solo es sensato pactar cambios para el bien de las personas reales, respetando sus derechos esenciales que nunca deben ser trastocados.

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Luis Carlos Irala