Uno de los disertantes invitados, el juez electo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Diego Rodríguez Alcalá, señaló que la corrupción es contraria a los principios y valores recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, subrayando que, “aún queda mucho trabajo por hacer a nivel local y regional”.
“Debo decir que la corrupción es completamente antitética contra todos los principios, valores y derechos consagrados en ese instrumento tan importante para la humanidad. La corrupción lo destruye todo: lo pudre, lo corroe y crea un ambiente absolutamente nefasto para el surgimiento de un espacio cultural genuino. Este ambiente tóxico impide el desarrollo y el pleno ejercicio de los derechos, privando a cada individuo de la oportunidad de usarlos, disfrutarlos y ejercerlos plenamente”.
Un tema relevante y discutido fue el “control de convencionalidad”, explicado en el contexto de la ratificación, por parte de Paraguay, de la Convención Americana de Derechos Humanos mediante la Ley 1/89. Este instrumento obliga al país, junto con otros 24 Estados miembros de la OEA, a garantizar los derechos y libertades reconocidos en el Pacto de San José de Costa Rica, asegurando su pleno ejercicio sin discriminación alguna.