Los paraguayos Osmar Navarro, de 40 años, y su esposa Analía Benítez, de 36 años, oriundos de la ciudad de Coronel Bogado, Departamento de Itapúa, hace 16 años buscaron un nuevo rumbo y emprendieron un viaje a Japón.
La pareja vive actualmente en la ciudad de Takahama, en la prefectura de Aichi, a una hora de la ciudad de Nagoya y a 350 kilómetros de la capital japonesa, Tokio.
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“Mi esposa es descendiente de japonés, nos dijeron que había trabajo en Japón, aceptamos y fuimos, hicimos todos los documentos y así empezamos”, relató Osmar Navarro a Última Hora.
Comenzaron trabajando en una fábrica de motores para barcos y luego en una fábrica de televisores. En el 2011 se vieron afectados por una crisis económica a causa del tsunami, por lo que retornaron a Paraguay por un tiempo.
La idea de hacer chipas
Un día decidieron regresar a Japón y, en una ocasión, un amigo paraguayo les dijo que elaboren chipa para vender, porque anteriormente tenían un negocio en la ciudad de Coronel Bogado, que llevaba el nombre de confitería Analía.
Sin embargo, no sabían si el negocio funcionaría, pero se animaron y comenzaron a elaborar las chipas con degustaciones para los compañeros de la fábrica en la que trabajaban. También comercializaban en su domicilio. Tenían 100 pedidos por día.
“Mi amigo de infancia creó una página de Facebook de paraguayos en Japón y ahí encontró bastantes clientes, venían los pedidos y quité la licencia para vender”, recordó el compatriota.
Comentó que en Japón para tener un negocio de ventas de comestibles se exige contar con un local propio o trabajar vía delivery a través del Correo Nacional de Japón.
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Actualmente tienen un amigo paraguayo, oriundo de Encarnación, que tiene su propia plantación de mandioca, de donde adquieren el producto.
La elaboración de la chipa paraguaya fue un rotundo éxito, tanto que tuvieron que renunciar a sus puestos de trabajo en la empresa, para dedicarse exclusivamente a la comercialización de la chipa.
Oportunidad laboral a otros paraguayos
Los pedidos de chipa no paraban, por lo que Osmar Navarro decidió abrir una chipería a la que denominó “Chipa Coronel Bogado”, en homenaje a la querida ciudad que lo vio crecer.
En su local brindó una oportunidad laboral a seis paraguayos. Llegaron a elaborar 4.000 chipas por semana. También lograron introducirla como producto en 32 supermercados de Japón.
El negocio que comenzó con la venta de chipa, rápidamente fue diversificando sus productos y fue así que los paraguayos decidieron deleitar a los extranjeros con una variedad de comidas típicas.
En total tienen a la venta 21 productos, entre las comidas típicas se destacan la sopa paraguaya, el chipa guasu, chipa argolla, pastel mandi’o, mbeju, además venden empanadas de todos los sabores y asado con mandioca.
También ofrecen a sus clientes coquito, galleta, coquitín, alfajores, dulce de leche casero, cocido, pandulce, pastafrola y la yerba mate.
“Los extranjeros enloquecen por las comidas típicas paraguayas”
El paraguayo aseguró que los extranjeros “enloquecen” por las comidas típicas paraguayas y la mayor cantidad de clientes son brasileños.
“Los brasileños son número uno como clientes, compran la chipa, la sopa paraguaya y el pastel mandi’o. y Los filipinos también son buenos clientes”, expresó.
En varias ocasiones inclusive enseñaron a los japoneses la elaboración del chipa asador o también conocido como chipa kavure. En su local suelen proyectar videos con las comidas típicas de Paraguay, para que los extranjeros puedan conocer la gastronomía nacional.
“Les gustan bastante las comidas típicas, porque tiene un sabor diferente, dicen que la comida latina es muy rica. Les gusta el asado paraguayo, que no puede faltar con la mandioca”, expresó.
Innovación en los productos
Los compatriotas buscan la forma de organizarse y ver qué les gusta a sus clientes, para hacer de acuerdo a eso sus productos.
Fue así que crearon el “chipalito”, que es un palito de chipa, que tuvo mucho éxito, sin embargo, no pudieron registrar el nombre porque ya estaba registrado otro producto como “chipita”, por lo que tuvieron que quitarlo nuevamente del mercado.
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“A veces mezclamos la comida japonesa con la paraguaya, como por ejemplo el arroz triángulo que denominé chipa giri, porque es con el arroz onigiri, hicimos una mezcla con la chipa, que fue temporal”, relató.
Otra de las innovaciones fueron la chipa con carne curry, en forma del chipa so’o, que tuvo mucho éxito, y la chipa pizza.
“Cada producto está registrado, si una empanada le hace mal a alguien me pueden quitar la licencia. Hasta hoy en día no tuvimos ningún problema”, aseguró.
Navarro mencionó que el mayor desafío que enfrentó emprendiendo en Japón fue el idioma.
“Lo que más nos costó en estos años fue el idioma. Yo creo que hubiese llegado más lejos si hablaba bien japonés, fluidamente. Lo que hablamos es básico: cómo saludar, pedir permiso. Converso con japoneses, pero no tan bien, igual ellos me entienden porque soy extranjero”, comentó.
“Llegamos a llorar porque no sabíamos cómo hablar con ellos para ofrecerles la chipa, los japoneses tienen miedo para comprar, tenía que regalarles la chipa, hacíamos degustaciones”, recordó.
Rotundo éxito en el Festival Paraguayo en Tokio
La pareja de paraguayos tuvo la oportunidad de participar en el Festival Paraguayo en Tokio que se realiza cada año en octubre.
Cuando Osmar Navarro recibió la invitación para participar en el evento, lo pensó varias veces porque viajar hasta la ciudad de Tokio implicaba muchos gastos, debía pagar el puesto, al personal, sin embargo, pese a tener mucho miedo, se animó y se presentaron.
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“Solo fui con 200 chipas y 200 pastel mandi’o, el evento empezaba a las 10.00 hasta las 16.00, pero antes de montar mi toldo ya se vendió toda la chipa”, aseguró Navarro entre risas.
Al evento llegan cada año aproximadamente 30.000 personas de distintos países. Se realiza en un parque grande, donde cada ofertante ofrece comidas típicas de cada país.
“En dos horas se me acabó todo, ni siquiera había empezado todavía el evento. El organizador me preguntó qué pasó, por qué no llevé mis productos, y le dije que ya vendí todo”, recordó.
Al año siguiente fueron entre 12 personas y en dos horas vendieron 3.000 chipas, lo que Navarro calificó como un récord.
“La fila de gente era infinita en nuestro stand. A veces la chipa salía semicocinada, igual se vendía. Al japonés le gusta medio gomosa la chipa, la gente no quería esperar y comía medio cruda”, agregó.
Los compatriotas participaron por quinta vez consecutiva en el festival, en donde cada extranjero se deleitaba con la tradicional chipa paraguaya. El año pasado se suspendió el evento debido a la pandemia del Covid-19.
La solidaridad paraguaya, siempre presente
Osmar Navarro manifestó que la solidaridad que caracteriza a los paraguayos es inigualable y que suelen hacer reuniones entre paraguayos con quienes organizan eventos solidarios.
Uno de los eventos que realizan es la tradicional Fiesta de San Juan, que se celebra cada 23 de junio, en donde se reúnen con varios compatriotas y elaboran todo tipo de comidas típicas. Además, llevan a cabo otro encuentro denominado “Asado Paraguayo”, que se realiza cada primavera en la ciudad de Tokio.
También organizan la Cena Navideña, donde participan varios artistas, que ejecutan arpas, hacen sorteos de rifas para recaudar fondos para personas que necesitan.
La pandemia del Covid-19 afectó al rubro
Desafortunadamente, la pandemia del Covid-19 afectó bastante a los compatriotas, quienes tuvieron que cerrar su chipería y alquilar un pequeño espacio en el restaurante de un amigo de nacionalidad peruana, en donde comercializan sus productos.
Muchas fábricas también cerraron sus puertas porque no acudían más clientes, por lo que Osmar Navarro y su equipo de trabajo empezaron a realizar las ventas por delivery. Los recorridos en sus entregas son de 2.500 kilómetros a la redonda.
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Debido a la crisis, subió el combustible y el envío por el Correo Nacional de Japón cuesta bastante, por lo que muchas personas dejaron de comprar la chipa.
Fue así que Osmar Navarro decidió realizar sus propias entregas a través de la modalidad de delivery y entrega a domicilio. Esto, si es que logra completar un cupo de 15 pedidos. Si son menos los pedidos, los envía por correo.
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Actualmente ya no están pudiendo costear todos los gastos, debido a que bajó la producción. Además tienen que pagar el alquiler de la vivienda donde residen, el local donde venden sus productos. También agua, luz, al personal, internet, entre otros gastos.
En total cuentan con tres camiones, tres amasadoras industriales, máquinas que hacen galletas, una refinadora, entre otras, que desea enviar al Paraguay, porque les saldrá más barato el envío que volver a comprar de nuevo.
Retornarán a Paraguay
Debido a la pandemia del Covid-19, que inició el año pasado, el negocio ya no es como en sus inicios, por lo que tuvieron que recortar el personal, quedándose solo con dos de ellos.
De a poco ya están enviando sus diversas maquinarias a Paraguay, para poder emprender el negocio en la ciudad de Coronel Bogado el próximo año.
“Estamos mandando de a poco nuestras cosas, estamos esperando enviar todo, no está saliendo nada ahora por la pandemia, el año pasado teníamos que regresar a Paraguay e inaugurar el negocio, pero no pudimos. En Japón está cada vez más complicado, hay fábricas que se cerraron. La mayoría trabajan en autopiezas, hay gente desempleada”, lamentó.
Anteriormente vendían sus productos en 32 supermercados y ahora con la pandemia tuvieron que reducir a cuatro de ellos.
El compatriota aseguró que extraña mucho a su familia de Paraguay, ya que, pese a que están en contacto a través de la tecnología, no es lo mismo.
“Hace 16 años que estamos aquí, no les vi crecer a mis sobrinos, es mucha la añoranza a la familia, es mejor volver a Paraguay, allá si hay mandioca podremos sobrevivir, acá si no tenés trabajo nadie es solidario, vas a morir frente a la persona, a no ser que sea un paraguayo”, expresó.
Su padre está en Colonias Unidas y su suegro vive en la ciudad de Coronel Bogado. Son en total 10 hermanos, cada uno profesional independiente en distintos rubros.
Osmar Navarro y su esposa Analía Benítez anhelan regresar lo antes posible a nuestro país para comenzar con el negocio en Coronel Bogado y así dar trabajo a muchos compatriotas.
Ambos están orgullosos de hacer conocer la gastronomía paraguaya en el Japón y a varios extranjeros, quienes quedaron encantados con los manjares de nuestro país.