17 feb. 2025

De dictadura en dictadura

Transitando por las calles de Asunción, con enorme dificultad por el tránsito desordenado y agresivo, entre empedrados hundidos, baches, veredas rotas, y suciedad acumulada por todos lados, siento una gran decepción. Esta no es la ciudad que soñábamos quienes vivimos la Dictadura. Y generalizo a todo el manejo del país. La democracia era parte importante de ese sueño, por la ilusión de que los más capaces llegarían a los cargos por el voto y así tendríamos tantas cosas que se nos negaron durante tantos años.

Luego de 30 años de democracia, la gente está decepcionada y especialmente las clases menos favorecidas, a las que los sucesivos gobiernos democráticos les han negado las oportunidades de tener la salud y educación acordes a los tiempos que les permitiera acceder a las oportunidades generadas en el círculo de la riqueza. Porque cada vez que decidieron gastar en más contrataciones clientelistas en vez de hospitales, personal de blanco o tecnología en educación, cada vez le negaron a alguien sus oportunidades. Caímos de nuevo en una dictadura, esta vez política, en ropaje democrático dedicada a forzar decisiones en beneficio propio y de su clientela, con el único objetivo de retener el poder para ellos y con ello sus privilegios, excluyendo a los demás.

En todos lados la gente está harta de esta política fracasada, hay rabia en el ambiente, reacciones y reclamos a lo largo y ancho del planeta. La gente no siente que la política esté a su servicio y no solo en los países con amplias diferencias como el nuestro, también en países exitosos con democracias sólidas como el Reino Unido, donde el voto por el brexit sorprendió.

Las personas solo quieren soluciones a sus problemas y ante tanto desinterés de los políticos se dejan encantar por los populistas que aparecen como solucionadores mágicos, arrastrando pasiones y decepciones. Sean de izquierda revolucionaria, religiosa, xenófoba, racista, personalista o radicalmente derechista. La gente siente que hablan en su nombre cuando se dedican a señalar lo que está mal, pero en el fondo su único objetivo es tener el poder y para ello desmontan las instituciones democráticas y destruyen el sistema legal en nombre de sus visiones de salvación, haciendo creer que todos los problemas se van a resolver si desaparece ese enemigo interno o externo contra el cual hay que luchar. Al final los países terminan envueltos en dictaduras de nuevo, esa vez populistas, y mucho peor, sin soluciones a los problemas y sin instituciones.

La historia ya nos demostró que cuando los políticos dejan de entender que el progreso de todos es solamente el resultado de su trabajo honesto y dedicado al bien común, generando igualdad de oportunidades a través de inversiones públicas en educación, salud y tecnología, la gente va a creer en solucionadores mágicos. Y vamos a seguir dictadura en dictadura.