Cuando era fiscala en Santa Rosa del Aguaray, Sara Torres recibió amenazas de delincuentes de la zona. El mensaje criminal llegó hasta el hotel donde la agente se hospedaba. Cuando se enteró de lo ocurrido, su compañero de trabajo y amigo, Marcelo Pecci, no dudó en viajar 250 kilómetros desde Asunción en su día libre para acompañarla.
“Yo llegué a recibir amenazas de grupos violentos allá. Incluso llegaron hasta el hotel. Ese día Marcelo y Luis (Piñánez) volvieron junto a mí, no sé cómo, pero vinieron. Enseguida estuvieron conmigo. Me acompañaron, me protegieron y cuidaron”, rememora la fiscala.
Este episodio, como muchos otros, muestra una característica de Marcelo Pecci, asesinado por la mafia en Cartagena, Colombia, constantemente mencionada por sus compañeros de la Fiscalía y amigos: Su compromiso con el trabajo y con los amigos.
Pecci comenzó su carrera en el Ministerio Público en el 2009, cuando fue designado como agente fiscal de San Pedro, junto a Sara Torres y Luis Piñánez. De ahí pasaría a ser uno de los fiscales más importantes en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, labor que finalmente motivó a grupos mafiosos a asesinarlo en su luna de miel, el pasado 10 de mayo.
Su trayectoria y forma de ser fueron recordadas por algunos de sus colegas y amigos.
Un niño que escribía con regla
De niño, la caligrafía de Pecci lo distinguía y mostraba otro rasgo que lo caracterizaría el resto de su vida.
"Él era zurdo, escribía con la izquierda y escribía con regla. Sus letras eran cuadradas. Uno podía conocer a cinco metros la letra de Marcelo Pecci”, cuenta el abogado y ex diputado Sebastián Acha, compañero de escuela y amigo del difunto fiscal.
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“Eso nos hablaba ya de muy temprano de esta personalidad que él tenía: Era un tipo esquemático, muy estructurado y apasionado por el trabajo”, asegura Acha.
El fiscal Piñánez también conoció a Pecci desde que era niño y coincide en que el fiscal era alguien metódico y estructurado.
“Cuando iba al colegio, cuando fue mi compañero en el primer trabajo, como compañero de facultad y como mi compañero en el Poder Judicial y luego en la Fiscalía, siempre mantuvo una misma línea de conducta, siempre fue una persona recta. Es una persona que siempre le gustó respetar los parámetros, como fue su papá (Francisco Pecci), quien fue magistrado”, recuerda Piñánez.
“Marcelo estaba convencido de que lo que estaba haciendo era lo correcto y, por lo tanto, si uno hacía lo correcto, no podía pasarle nada”, explica Acha.
De dactilógrafo a fiscal de Delitos Ambientales
Sus primeros pasos laborales fueron en el Poder Judicial, donde trabajó de dactilógrafo en un juzgado.
Pasó a la Fiscalía cuando Óscar Germán Latorre fue nombrado fiscal general del Estado y se desempeñó como asistente fiscal y relator fiscal, hasta que en 2009 ascendió a fiscal.
Su primer destino fue Santa Rosa del Aguaray, donde fue designado como agente de la Unidad Especializada de Delitos Ambientales. Ahí no perdió mucho tiempo para molestar a algunos sectores con sus investigaciones, según recuerdan sus compañeros de aquel entonces.
“Marcelo era constante en la protección del medioambiente. Él siempre se caracterizó por ser una persona rígida. Para él nunca existió lo intermedio. Para él era blanco o negro y así se ganó el respeto de mucha gente como fiscal. Muchos le querían, pero tampoco le preocupaba que algunas personas le tuvieran rabia”, afirma Piñánez.
“En esos tiempos era diferente, más difícil. No se le daba el mismo valor a la lucha contra los delitos ambientales. Muchas veces en el interior del país, cuando un fiscal del medioambiente intervenía, se lo veía como un ataque al desarrollo y las fuentes de trabajo”, recalca.
Nuevamente, su respeto al orden y las formalidades se reflejan en una anécdota de quien fuera uno de los mejores amigos de Pecci.
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“Siempre tenía todo agendado, todo ordenado. Una vez eso me creó un problema: Cuando mis padres nos visitaron en la Fiscalía y cometí el grave error de llevarles a la oficina de Marcelo Pecci, su oficina brillaba desde su secretaría hasta su despacho y siempre me retaban: ‘Cómo lo que no sos Marcelo’. Marcelo era el modelo de todo”, relata entre risas el fiscal Piñánez.
Los “fiscales pyahu” de San Pedro
Sara Torres, Piñánez y Pecci fueron enviados en la misma época como fiscales de San Pedro. Los tres se estrenaban en el cargo y provenían de orígenes similares en la capital del país.
La amistad entre los nuevos fiscales fue instantánea y dura hasta hoy.
“Fue una conexión inmediata. Éramos jóvenes. Teníamos muchos ideales de justicia. Queríamos hacer bien las cosas y éramos bastante arrebatados. No teníamos miedo. Cuando miro hacia atrás, digo: ‘Estábamos relocos’”, comenta Torres, actualmente en la Unidad Penal de Ejecución de la Fiscalía.
El inicio de su tarea como fiscales presentó sus desafíos. “No fue fácil acostumbrarnos a estar lejos de nuestra familia, al desarraigo, a que éramos los bichos raros, los arribeños, los fiscales pyahu (nuevos). Nos decían que no íbamos a durar porque no sabíamos hablar en guaraní y creo que nosotros nos ganamos el respeto de esa comunidad, porque después el comentario era que no nos podían comprar, que éramos incorruptibles”, señala Torres, orgullosa.
Por encima de las dificultades, lentamente los tres fiscales se fueron introduciendo en la comunidad y fueron ganando la confianza de los pobladores.
Los tres fiscales apadrinaron al Cuerpo de Bomberos de Santa Rosa del Aguaray y se convirtieron en bomberos protectores. Asimismo, recordó que el fiscal Pecci inició con otros funcionarios de la Fiscalía el primer laboratorio criminalístico en el interior del país, en la zona Norte, con un recuperador balístico mejor que el de Asunción en aquel momento.
“Revolucionamos Santa Rosa. Equipamos escuelas, puestos de salud, siempre para ayudar la comunidad. Marcelo fue el padre de muchos proyectos”, asegura Torres.
El vínculo entre los tres fiscales fue fortaleciéndose por las experiencias en la Fiscalía de Santa Rosa del Aguaray. Torres y Pecci incluso sufrieron un aparatoso accidente en aquella ciudad, del cual milagrosamente salieron ilesos.
En un lugar lejano y con un trabajo muy pesado, teniéndose solo a ellos tres, los amigos tenían por tradición desayunar, almorzar y cenar juntos.
La última cena que compartieron fue 20 días antes de la boda del fiscal. Comieron pizzas, el menú favorito de Pecci, quien era el agasajado “por dar el gran paso” con su entonces prometida, Claudia Aguilera.
El paso a la Fiscalía Antidrogas y a la lucha contra el crimen organizado
Piñánez relata que su vehemencia y la complejidad de su labor como fiscal en San Pedro hicieron que el fiscal adjunto antidrogas Marco Alcaraz solicite que Pecci fuese trasladado a su unidad cuando hubo una vacancia.
En el 2012 se integra a la Fiscalía Antidrogas, con jurisdicción en todo el país, y comienza a encabezar importantes allanamientos y decomisos de históricas cargas de cocaína. También fue uno de los varios fiscales a cargo de las causas contra Jarvis Chimenes Pavão, señalado como uno de los narcotraficantes más importantes de esta región de América del Sur.
“Ahí fue que él empezó su carrera contra el narcotráfico y con la designación de Sandra Quiñónez se lo deriva a la Unidad de contra el Crimen Organizado, donde no solamente integró la unidad, sino que se convirtió en delegado mediante su gallardía y su valentía”, cuenta Piñánez.
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En los últimos años, sus investigaciones se centraron en operaciones contra el crimen organizado, específicamente de organizaciones dedicadas al lavado de dinero y al financiamiento del terrorismo.
Investigó casos vinculados al Operativo A Ultranza Py y al asesinato del empresario Mauricio Schwartzman, quien cumplía funciones dentro de la organización criminal.
También estuvo a su cargo la investigación del homicidio en Mariano Roque Alonso, donde fue víctima Fátima Rejala, la mujer que habría trabajado para el clan Insfrán, también indagado en el Operativo A Ultranza.
Entre sus últimos sonados casos se puede mencionar el del cuádruple crimen de Pedro Juan Caballero en el que fallecieron la hija del gobernador de Amambay, Haylee Carolina Acevedo, y otras tres personas.
Trabajó en múltiples operaciones desarticulando bandas criminales dedicadas al tráfico de drogas y el crimen organizado. También integró las investigaciones por las irregularidades en la compra de insumos hospitalarios.
Se lo consideraba uno de los fiscales más cercanos a la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, quien incluso fue su madrina de casamiento.
Aficionado al fútbol y a la aeronáutica
A la par de su apretada agenda en el Ministerio Público, el fiscal se hacía de tiempo para otras maneras de pasar el tiempo, que si bien lo divertían, también requerían su mismo actuar metódico y constante.
No solo siguió los pasos de su padre, Francisco Pecci, como operador de Justicia, sino también como aficionado del club Guaraní. Incluso llegó a ser dirigente de la institución, donde también compartía, entre otros, con el vicepresidente de la República, Hugo Velázquez.
Maurice Christian, también dirigente del club, relató que Pecci era una persona muy detallista como aficionado y dirigente del club. Además, ayudaba económicamente a un refugio de animales abandonados en Benjamín Aceval.
Otra importante pasión suya fue la de la aeronáutica. Entre otros emprendimientos por salvar la memoria aeronáutica del país, hizo parte del grupo de aficionados que restauró el legendario Convair CV 240-6 que pertenecía a Líneas Aéreas Paraguayas (LAP), hoy en día ya extinta desde el año 1973.
“Marcelo nos enseñó cómo ser fiscales”
Aún procesando la muerte de Pecci, Piñánez afirma que su amigo desde los cinco años de edad les enseñó a él y a otros cómo uno debe actuar como agente fiscal.
“Yo creo que el esfuerzo y el sacrificio que él hizo por su trabajo no tienen que quedar en vano. Tenemos que hacer cada uno lo que tenemos que hacer. Estamos acostumbrados a una sociedad donde mentir, violar las normas, o ser el más vivo te permite conseguir algo y ser franco o honesto es ‘poco inteligente’. Marcelo nos enseñó cómo ser fiscales, tener carácter y hacer bien las cosas”, afirma el agente fiscal.
Marcelo Pecci fue asesinado por sicarios en la isla de Barú el martes pasado. Investigadores paraguayos y colombianos sostienen que el móvil del crimen está vinculado a su labor como fiscal de alto perfil en Paraguay y están trabajando de forma conjunta para dilucidar el crimen.