Lo sucedido en estos días cuando una guapa y valiente joven niñera rescató a un niño y salvó la vida de ambos ante la explosión repentina de un registro subterráneo de ANDE frente a ellos, se sumó a una serie de situaciones desagradables y peligrosas que tienen que ver con esa entidad y con otras del Estado.
Síntomas. Si seguimos el concepto de explosión, se puede decir que hay síntomas preocupantes de que algo vaya a terminar explotando también en otros aspectos esenciales y termine rompiendo no una estructura física, sino todo ese cuerpo social que conformamos los paraguayos.
Me refiero a una serie de situaciones que van metiendo presión a las relaciones entre los ciudadanos de a pie con la burocracia estatal que se supone debería estar al servicio de todos.
Como botón de muestra tenemos el caso de varios ciudadanos que hemos recibido facturas sobrecargadas sin motivo justificado, entre los meses de febrero y marzo, con incrementos de 3 y 4 veces más de nuestros pagos habituales por el mismo servicio.
En mi caso, hice toda una planilla con los datos de consumo, costo y alteración de registros por parte de la empresa estatal. Además de un comparativo con años anteriores.
El problema no es solo la acción irregular en sí de parte de la ANDE, sino también el proceso que la burocracia establece para responder a nuestros reclamos.
Llamar y ser correctamente atendidos, recibir una respuesta coherente y seguida de una acción inmediata de solución parece una utopía lejana. ¿Por qué? Si para eso justamente se paga con los impuestos toda esa burocracia.
Sin solución. Para dejar registro de dichas deficiencias en la atención al cliente, me puse a contabilizar la cantidad de tiempo perdido en el proceso de reclamo. Hasta hoy van 25 días sin solución y varias horas dedicadas al reclamo en diferentes oportunidades. Presión.
Si a eso sumamos los ciudadanos de a pie el mal servicio en educación, salud, seguridad, Justicia y apoyo a las familias con dificultades extra, creo que suma más presión.
La explosión es brusca y estruendosa, ¿por qué esperar correr los peligros y daños colaterales que implicaría a nivel social? Creo que la mayoría no la buscamos ni la queremos.
Pero con tanta presión en la suba de la canasta básica, el aumento presupuestario a una burocracia que se corrompe y es ineficiente, la impotencia ante los abusos de poder en varios niveles, y la falta de alternativas políticas, es evidente que se puede dar.
Les encantaría a los pescadores de río revuelto que se dé un detonante. A los ciudadanos, no. Porque sabemos que las consecuencias negativas alcanzamos todos.
Seamos sensatos, con sentido común.
Necesitamos gente valiente como la niñera que salvó al niño del desastre, pero eso no se logra con dinero o poder. Por mucho que le pagues, si no tiene sentido de pertenencia, no pasa nada. Las estructuras cambian cuando las personas se atreven a cambiar para bien, y esto ocurre cuando se activan dentro de nosotros la fe y la esperanza, y la comunidad apoya.
Por favor, no matemos la esperanza de los más vulnerables de la comunidad, esta viene antes que el Estado y merece respuestas racionales de parte de este.
Así como la Justicia no es solo un derecho que reclamar, sino un deber que cumplir en primera persona. Así nos enseñaron en casa. Para evitar explosiones violentas que lamentar tarde ya, hagamos todos nuestra parte ahora.