Mi nombre es Omar Alberto Barrios Medina, tengo 45 años y nací en Buenos Aires. Pero desde el 97 estoy en Fernando de la Mora, Zona Sur.
Me inicié con la música en una escuela evangélica, que estaba cerca de casa en el barrio de la Boca. Era lo que mis padres podían pagar.
Esa escuela fue lo que me motivó al arte. Ahí solíamos tener música como materia y me ponían en el coro.
Solía escuchar cómo ensayaba la murga para los carnavales. Se sumó también la influencia de mi hermana que escuchaba The Police. Mi hermano escuchaba Toto, Iron Maiden, mucho de lo que era música de los 70 y 80.
Los amigos del barrio escuchaban Charly García, los Decadentes, Sumo, muchos grupos de esa época. Eso empezó a motivarme en lo que es la música.
Yo me inicié en la batería, que fue lo que me gustó desde que escuchaba a la murga. En Buenos Aires tuve mis profesores particulares.
Estaba también en una banda que se llamaba Raza Infiel, donde teníamos la influencia del metal.
Mi contacto con la música paraguaya se da desde siempre, cuando mis padres escuchaban las polcas, muchos grupos de Carapeguá de donde ellos son.
También cuando veníamos de vacaciones acá escuchábamos todo el camino música paraguaya.
Toqué con Querubes, Asunsamba, con Asunción Blues, con muchos grupos. Me iba de peña. Como estaba soltero, el tiempo lo aproveché al máximo y pude conocer mucha gente.
Con Querubes, un grupo que era de Luque y donde estuve desde el 2000, nunca ganábamos nada de dinero.
Es más, perdíamos siempre. Pero lo que ganábamos era hacer lo que queríamos y le gustaba a la gente. Y eso es lo que vale.
Cuando entré en una banda que se llamaba Arpegios, ahí supe lo que era cobrar y ganar plata. Hacíamos covers de temas que se escuchaban en las radios.
Luego el grupo no prosperó por diferentes motivos. Yo salí y empecé a irme de banda en banda. Llegué al punto de esperar a que me llamen.
Y si no te llaman es complicado sobrevivir. Fue cuando estaba viviendo ese momento en que tomé la decisión de dejar todo.
Iba a vender la batería para comprar una amasadora. Iba a hacer pizza con mi papá, que en Buenos Aires trabajó mucho tiempo en la gastronomía. Con unos parientes tenía un bar y pizzería.
Ya había tomado esa decisión. Pero apareció un compañero que tocaba el bajo con Juan Cancio y él me dijo que quería hacer un proyecto musical que se iba a llamar Eurolatin.
El proyecto estuvo un buen tiempo trabajando bien. Luego se terminó. Cuando eso tocaba la batería electrónica.
Luego toqué con Juan Cancio cuando se hizo el acto por el Bicentenario, detrás del Palacio. De él aprendí mucho. Se quedó siendo como un hermano para mí.
Cuando yo empecé a tocar con Juan Cancio, es ahí donde se despertó eso que tenía guardado dentro mío, en la sangre, el sentir por la música paraguaya.
Como baterista era muy difícil sobrevivir, hasta ahora a muchos colegas les cuesta. Ellos dependen mucho de las bandas o los cantantes solistas que los contraten para llegar a los shows acá.
Justo ya estando en Tierra Adentro, que ya van a ser 10 años del grupo, nació mi hijo y también formé mi familia.
A partir de ahí cambió mi mundo. Actualmente tengo dos hijos, el varón Benjamín, tiene 10 y la nena Amapola, tiene siete.
Ellos son para mí la energía que me impulsa, ellos estuvieron en las buenas y en las malas. A mi señora, Claudia Cuenca, le conozco desde antes cuando estaba por renunciar. Todo fortalece y la familia te ayuda a crecer más.
Te hace ver de manera diferente la vida. Te ayuda a contener las emociones. Porque a pesar de ser número uno y estar arriba, no siempre es como se ve.
Hubo una etapa en que me sentía frustrado y ahí fue que apareció Tierra Adentro.
Sin querer queriendo ahora estamos recorriendo el mundo, viviendo de eso, de tocar la batería, algo que en Paraguay suele ser difícil por el tema de la industria.
Lo de las nominaciones al Grammy es todo un trabajo previo que se hace para llegar. En esta segunda oportunidad nos tocó competir con el número uno, Sony Music.
Como grupo, somos como una selección. Y como tal nos tocó jugar contra el más grande. Bueno, esta vez no se dio, pero la próxima le ponemos más esfuerzo, como se dice en el fútbol.
Estamos en un proceso de cambio en cuanto a cómo se trabaja en la música acá. Kachiporros fue un gran impulsor para ello y dijeron cómo debe ser.
Además de Kachiporros están los de Flou, ahora estamos con Tierra Adentro. Estamos armando entre todos alianza para que cada músico pueda tener su caché, su IPS y su valor como artista.
No que te digan que por pancho y cerveza vas a tocar un repertorio. Muchos colegas suelen pasar esta situación de necesidad como yo pasé.
Pero justamente eso es lo que hay que cambiar. Estamos llegando a mitad de camino para que se logre ese cambio que al músico no se le esté regateando.
Que los artistas sean valorados y que se les respete. Que por necesidad los artistas tengan que ir, sino que ya esté estipulado un monto.
Porque un buen show lleva su costo. Cuando te vas a actuar algunos lugares apenas un poco de 60 te quieren poner. Con eso tenés que hacer maravillas. Y el músico paraguayo, el artista, lo logra.
Con todo lo que he pasado, ahora estoy con el proyecto de un material propio, tocando la batería. Inclusive estoy con la práctica de canto.
También trabajar con la industria musical de Paraguay, ayudarle a que crezca. Así como cuando vine, me abrieron las puertas, me ayudaron.
A mis hijos les enseño que los deseos hay que desearlos fuerte y que si hay algo que uno quiere, debe seguir.
Que hay momentos bajos, momentos altos, pero las caídas le ayudan a uno a pisar mejor. Y quienes están empezando, que traten siempre de encontrar las herramientas adecuadas para superar todo.
Si uno sueña y quiere, si es disciplinado y se pone la meta, se puede lograr cumplir los sueños.
Estamos armando entre todos alianza para que cada músico pueda tener su caché, su IPS y su valor como artista, que ya no les pidan tocar un repertorio por pancho y cerveza.