27 sept. 2024

De la mano, autoritarismo y las fake news

El 2024 pasó en un abrir y cerrar de ojos. Solamente faltan tres meses para terminar el año y, cual árbol de Navidad que ya se prepara en octubre, el tema de las elecciones 2026 también ya se comenzó a tocar. En este contexto, es oportuno volver al asunto de la desinformación.

El uso de las fake news fue preponderante en los últimos comicios, está vigente en la gestión de Santiago Peña y es probable que siga en las próximas campañas políticas.

Un nuevo manual del politólogo venezolano Miguel Ángel Martínez Meucci habla del autoritarismo en América Latina y dice que la autocracia del siglo XXI ya no se sostiene en ideologías para mantener su influencia, sino que se enfoca en la manera de ser constante en las redes sociales para provocar emociones.

Si bien Paraguay es un gobierno representativo en la teoría, hace un poco más de un año comenzó a dar pataleos de autoritarismo en la práctica. Desde poderes del Estado, más de una vez se atropelló la ley.

Estando de regreso el cartismo en el poder, se pudo observar cuál fue la conversación que se armó desde el seno de la política y en las redes sociales para llegar a la expulsión de Kattya González.

El sumario a un policía que trabajó con ella como comisionado se abrió a partir de un posteo en X (aún Twitter en esa época), diciendo que él hacía política, que está prohibido. La Justicia Policial no pudo confirmar esto y lo sobreseyó. También se instaló que dos funcionarios de Kattya cobraban salarios indebidos. La Fiscalía investigó, no halló elementos y pidió desestimar ambas denuncias. Uno de ellos ya fue sobreseído por un juez. La cuestión es que cada motivo de su expulsión que utilizó el cartismo fue cayendo como ficha de dominó.

Ahora se está construyendo un discurso también detrás de la intención de control a las oenegés, para desprestigiarlas, a ellos y periodistas.

Se trata del mismo grupo que creó la historia –jamás comprobada– de los 20 hackers brasileños que ingresaron al país, supuestamente, con la connivencia de la esposa de Efraín Alegre, quien en ese entonces era candidato a presidente de la República de la principal plataforma de opositores, la Concertación Nacional.

El caso Kattya y de los informáticos fueron reforzados por políticos referentes del cartismo como algo real, insistido en las redes sociales por operadores políticos y replicado en medios afines. En ambos casos se recurrió a las autoridades de investigación para que no quedara en algo meramente imaginario.

Pero no fue el único sector que en este escenario instrumentó este recurso para tener influencia. Aunque poco y nada se habló al respecto, Payo Cubas, habiendo perdido las elecciones en representación de Cruzada Nacional, también creó un ambiente de caos con hechos que no fueron reales. Sus seguidores atacaron varias ambulancias porque corría una versión de que estas transportaban papeletas de votación para cometer “fraude electoral”.

Una paciente, que fue víctima de aquellas retenciones, falleció luego de llegar a un hospital. Los médicos consideraron que le pudieron haber salvado la vida si llegaba de inmediato.

La periodista colombiana María Teresa Ronderos sostuvo recientemente en una charla a comunicadores paraguayos que las informaciones falsas pueden ser peligrosas. Sobre todo, si el objetivo es impulsar un tema con ideas radicales que tengan mensajes que busquen interpelar a las emociones, como miedo, repudio, discriminación, indignación; que pueden ser explosivas para una democracia.

En el país todavía no se evalúa la desinformación como una herramienta política y que no se limita únicamente a internet. Si trasciende las esferas de altos funcionarios del Estado y se usa por ellos mismos, ¿amerita una regulación por ley? Aquí, lo que ocurre, claramente es una violación al derecho de recibir una información veraz, responsable y ecuánime, que establece la Constitución Nacional.

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