23 feb. 2025

De nuevo, las Fuerzas Armadas

“Predecir el curso de un conflicto exige conocer la fuente que lo origina”.
Martes 7 de octubre de 2008. Después del almuerzo, la somnolencia se apoderaba de la clase. Era una fría y nublada siesta en la Escuela Militar de París, cuando ingresa para exponer el sociólogo Alain Labrousse. El crimen organizado representa un grave problema para la seguridad nacional. Monsieur Labrousse, ex director del Observatorio Geopolítico de las Drogas, y quien exponía sobre el tema: “Drogas y crimen organizado, un Estado dentro del Estado”, tenía el aspecto del anciano de la dulce voz; sin embargo, su cátedra era mordaz.

Como siempre, apunto las ideas centrales que llaman mi atención, convocó a mi curiosidad una: “Las contradicciones del capitalismo”. Ya había oído hablar de ella allá por el año 2000 en las aulas de la Universidad Católica y en el 2005 de boca de un agregado militar paraguayo a quien le cupo operar como observador en Oriente Medio. Alain Labrousse advertía que dicha contradicción daría pie a nuevos tipos de conflictos en esta parte del hemisferio, imperceptible a los ojos de la mayoría. Sostenía que el capital introducido por el crimen organizado en América Latina terminaría por consolidar una nueva realidad que cambiaría la vida política, social y económica del continente, creando modos desconocidos de convivencia, producto del negocio del narcotráfico.

Lo sorprendente fue la época y el lugar desde donde Labrousse proyectó parte de su obra, finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo XX pasado, en pleno apogeo de los gobiernos militares y como el eje de su investigación observaciones centradas entre Montevideo y Asunción. Al finalizar la clase, como mencionó un par de veces a Paraguay, me acerqué para breves preguntas, siendo su respuesta la siguiente: “Simple. A una parte de la economía actual no le interesa el origen del dinero. Lo importante es recaudar y a como dé lugar. Sin embargo, hay plataformas (de las superpotencias) que observan a este fenómeno y colectan datos. Ello genera un problema al capital y he ahí el dilema, este modo de crear riqueza de manera ilícita engendra varios tipos de conflictos, hasta el suyo propio.

Es una cadena; la economía producida por el crimen organizado crea un problema a la seguridad nacional, a la larga un problema de la defensa nacional que nos lleva a una inevitable intervención militar”. Predecir el curso de un conflicto, exige conocer la fuente que lo origina. El tiempo, el espacio y las informaciones están en manos de un oponente feroz. Un ejemplo de lo expuesto quedó en evidencia días atrás. Los últimos acontecimientos de público conocimiento originados en los mensajes intercambiados por un fallecido legislador, desquiciaron los sistemas de mando y control del gobierno volviéndolo anárquico por algunas horas. Es que, los protagonistas dejaron al descubierto la “composición de sus medios” (en léxico militar, son sus armas y sus métodos de lucha) y con ello varios tipos de vulnerabilidades.

Si trasladamos este hecho en modo “juegos de guerra” –diremos que un ente al cual llamaremos ficticiamente “El Oponente”–, accedió a informaciones contenidas en plataformas digitales colectadas en diversos archivos (metadatos) y que obran discrecionalmente en su poder jurisdiccional. Dichas informaciones, al tiempo de dejarlos al descubierto y en franca evidencia de ilicitud, crearon un problema para la seguridad nacional. Es que, las plataformas digitales se revelan como lo que son no meras herramientas de comunicación, sino tecnologías hipnóticas que modelan la forma en la que percibimos e interpretamos la realidad (concepto de Jianwei Xun).

Por ello que, la alternativa de hierro no es otra que la remoción a corto plazo de los funcionarios involucrados en los “chats del terror”, como lo denomino particularmente. La ecuación es simple; cualquier funcionario de alto nivel cuya acción personal permite desquiciar los sistemas de mando y control de cualquier gobierno debe ser removido. Como consecuencia de estos hechos se vislumbra, de nuevo, a las Fuerzas Armadas como actor político. No será en modo dictadura militar ni de gestión gubernativa, sino como un apoyo más visible del sistema democrático y auxilio de la Justicia. Solo que, aquí se plantea un problema por el riesgo de ser directamente inficionadas. Involucrar a las Fuerzas Armadas paraguayas en este tipo de conflictos implica un nuevo desafío incluso, para su propia eficacia ya que operaría en la administración objetiva y jurisdiccional de los problemas relacionados con el narcotráfico, hoy clasificadas por el Departamento de Estado norteamericano como actos de terrorismo.

Ante tal incertidumbre, el discurso de asunción del 20 de enero de 2025 del presidente Donald Trump quizás, nos dé una pista de cómo la potencia mundial elaborará sus propias directrices para este tipo de operaciones en el Hemisferio Sur en un futuro inmediato. Observe; Trump propone un sistema wetsfaliano de relacionamiento internacional, pero sin renunciar a la protección extraterritorial de los activos estadounidenses. Fíjese, mientras la mayoría de los analistas siguen centrándose en fenómenos como las “noticias falsas” o la “posverdad”, Washington propone por medio del control de las conciencias vía redes sociales, una transformación mucho más profunda: La aparición de un relato que no se reprime a la verdad, sino se la multiplica a través de múltiples narrativas con el objetivo de imponer la supremacía por medio del uso de la fuerza y la razón haciendo que los acuerdos de partes por la vía del diálogo y la concertación sean imposibles de conseguir.

Finalmente, no olvide que la historia siempre se repite tres veces: La primera en forma de tragedia, la segunda en forma de farsa y la tercera en forma de trance. Es que en este caluroso febrero recordé la cadena de Alain Labrousse.

(*) Asesor jurídico para Asuntos Civiles,

Arzobispado de Asunción.

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