Aclaremos de entrada, no escribo esto con animosidad, sino desde una profunda frustración. Como ciudadana, como contribuyente y pobladora de Asunción, sin casa propia, usuaria del horrendo transporte público que padecemos y como una víctima más de una serie de intendentes inútiles, y de los resultados de 70 años de malos gobiernos colorados: sin salud pública universal, desigualdad, inseguridad, etc.
Leí un artículo publicado en la página de negocios de un diario uruguayo, donde anuncian que un estudio también uruguayo ganó un concurso internacional para desarrollar el Miami de Paraguay. Como no es la intención escrachar a ningún estudio que haya ganado el proyecto, o al proyecto en sí, no los nombraré, después de todo son la famosa iniciativa privada. Pero sí quiero comentar las cosas maravillosas que se van a hacer al otro lado del río, como dice la canción de otro uruguayo famoso y querido.
Se trata al parecer de la primera etapa de un plan maestro que propone la expansión de la capital del país, o sea Asunción, hacia el otro lado del río, para construir una exclusiva experiencia urbana marcada por el contacto con la naturaleza.
Se habla de dos mil hectáreas, donde habrá edificios residenciales y corporativos, hotelería, zonas francas y una isla artificial en medio del río. La idea es, pues, que al cruzar el puente Héroes del Chaco ya se vean las canchas de golf, el verde asombroso y las marinas. Aquí hay que aclarar para los que no lo sabíamos, que esto de marina vendría a ser el conjunto de instalaciones para las embarcaciones.
La idea es pues que cuando cruces el puente te parezca que estás en Miami y no en Asunción.
Sobre los costos que tendrá para los inversores se habla de decenas de millones de dólares –según dice el diario uruguayo– y otra fuente periodística asegura que la inversión inicial de la primera etapa asciende a USD 100 millones. Una etapa que incluye cinco bloques residenciales con 170 viviendas de hasta tres dormitorios, de baja altura ubicados alrededor de una marina que desemboca en el río. Cada uno de los complejos contará con estacionamientos subterráneos, jardines públicos y privados en planta baja, piscinas exclusivas en azotea para penthouses, y un paseo peatonal que bordeará la costa. Habrá un bloque comercial situado al otro lado de un boulevard que atravesará el proyecto, y frente a un campo de golf, cuya construcción ya está en marcha.
Ahora les cuento lo que me enoja de este tema. Resulta que el Estado paraguayo construyó –con la plata de todos los paraguayos– un puente que costaría algo así como USD 136 millones, monedas más monedas menos, y que les va a servir a unos pocos que quieren vivir en la sucursal de Miami, al otro lado de nuestro río, mientras la capital del país ni desagüe pluvial angá tiene.
No es culpa de la famosa iniciativa privada, porque si nosotros tuviéramos un Estado que funcionara bien y velara por nuestro bienestar, todos los paraguayos tendríamos acceso a costas aprovechadas paisajísticamente, con marinas, malecón, espacios de recreación y esparcimiento, comunitarios y gratuitos para todos, de este lado del río.
Pero no, a ninguna autoridad, ni al intendente ni a los concejales, o los ministros; ni al presidente ni al vicepresidente les importa que nuestra capital siga fea, sucia, horrorosa y esté absolutamente abandonada a su mala suerte.
A nadie le importa que no tengamos espacios colectivos lindos y seguros junto a la bahía, porque nosotros solo servimos para votarles a los inútiles que construyen puentes para que los ricos puedan ir en sus autos de alta gama, a sus casas lujosas con vistas al río, mientras nosotros rumiamos nuestra frustración por la basura acumulada en las calles, un Centro Histórico abandonado y baches destrozaautos.
Nuestra propia indiferencia como ciudadanos hace posible que ahí, al otro lado del río, se levante un gran monumento a la desigualdad.