En este año que se inicia, las empresas y comercios en general están reorganizando sus actividades y planes para ajustar a un periodo fiscal nuevo. De hecho, en este periodo y sobre todo en los próximos seis meses tendremos situaciones políticas que marcarán de lleno el destino del país por los siguientes cinco años. Con esta situación, lo que pasa muchas veces es que las empresas no toman decisiones importantes hasta tener más claro el panorama político. Este estanque en las decisiones comerciales hace que la economía muchas veces esté en pausa, dejando de producir muchas veces a su máximo potencial, por lo que se resienten algunos mercados.
Por otro lado, si bien el Paraguay siempre ha sabido mantener un equilibrio en su política monetaria a lo largo de sus distintos gobiernos, y con esta forma ha logrado ser una de las únicas monedas que no han eliminado ceros, cuando existe un cambio de gobierno o inclusive el riesgo de cambio de partido político siempre genera aversión a la toma de decisiones.
Además de todo esto, un cambio de gobierno genera dudas e incertidumbres sobre las próximas políticas a ser establecidas por el nuevo equipo económico. Dado el Presupuesto de Gastos de la Nación y la matriz salarial aplicada a los funcionarios públicos, se siguen generando brechas entre los ingresos estatales y los gastos. Por ende, no queda duda de que alguien tendrá que pagar dicho déficit. Para el sector privado es muy frustrante ver cómo todos los problemas de eficiencia del sector público los termina pagando a través de nuevos impuestos o aumentos de impuestos ya creados con anterioridad.
Por esto expuesto, es que debemos ser muy cuidadosos con los discursos proclamados en época electoral con promesas a sectores laboralistas, donde los compromisos asumidos luego traerán consecuencias importantes en el continuo aumento del déficit público. Se entiende desde luego, que en pleno proceso proselitista ningún candidato planteará grandes reformas que puedan llegar a espantar votos de sectores públicos, pero definitivamente una vez electo el candidato ganador debe plantear cambios significativos para no seguir llevando por el mismo camino al aparato estatal, ya que si solo se soluciona a través del sistema de recaudación lo único que generará a la larga será una mayor evasión, ya que todo el peso de creación de nuevos cargos o aumentos salariales son siempre soportados por los mismos aportantes de tributos.
Como si toda esta incertidumbre fuera poca, debemos agregar un condimento especial lastimosamente a la realidad económica, y esta es una incertidumbre política por fuera de las elecciones gubernamentales a las que ya estamos acostumbrados, la cual es una incertidumbre que afecta a algunos de los líderes políticos actuales del país. No son poca cosa los últimos acontecimientos suscitados y como estos juegan un papel clave finalmente en la toma de decisiones empresariales, ya que en un país tan pequeño, muchas veces, los actores de los distintos sectores económicos están estrechamente conectados a los sectores políticos. No pasan para nada desapercibidas las nuevas reglas de juego dadas en las últimas semanas, y cómo las nuevas informaciones y desinformaciones están a la orden del día. Cada sector tira agua a su molino y generan ataques que probablemente también aporten a las especulaciones del destino del país. En conclusión, podemos decir que la misión del sector empresarial en este momento tan especial es la de aportar calma y tomar decisiones que demuestren estabilidad, generando desde el ámbito que le toca la confianza suficiente tanto al mercado interno como externo, dando un mensaje claro que el destino del país será próspero, con crecimiento constante y con la formalidad que así lo requiera.
Por Laura Ramos, socia del Club de Ejecutivos.