La discusión viene de lejos y es una guerra que se va librando capítulo a capítulo en distintas partes del planeta –tras Australia, todo apunta a que la Unión Europea será el escenario de la próxima batalla–, en el centro de la cual está la propiedad intelectual de las noticias y el cambio en los hábitos de consumo.
La manera en la que se desarrolló el caso australiano sirve de modelo: los grandes medios del país presionan a los políticos, que impulsan una nueva ley que obliga a las plataformas de internet a pagar, estas se rebelan de forma sonada –el bloqueo informativo de Facebook– y finalmente llegan a acuerdos individuales con los medios.
Así, justo una semana antes de que el Parlamento de Australia aprobara la ley que obliga a Google y Facebook a pagar a los medios por contenidos, la empresa del buscador llegó a un acuerdo individual con News Corporation, del magnate australiano de la comunicación Rupert Murdoch.
Y justo un día después de que se aprobara la ley, el pasado 25 de febrero, fue la red social la que alcanzó arreglos individuales con tres editores de medios de comunicación del país para pagarles por la publicación de contenidos. Todos estos acuerdos son privados y no han trascendido las cuantías que se pagarán a los medios, pero, según los detalles filtrados a la prensa, todo indica que se trata de paquetes cerrados de dinero y no de un porcentaje de los ingresos por publicidad, como reclaman muchas de las firmas editoras.

Además de Australia, en los últimos meses, Google llegó a acuerdos con publicaciones de Brasil (Diarios Associados), Alemania (Der Spiegel) y Francia, siendo este último el único en el que sí ha trascendido la cifra: serán algo más de 60 millones de euros (USD 71,8 millones) los que la firma del buscador pagará a 121 periódicos franceses.
Si la propiedad intelectual constituye el esqueleto del conflicto, la carne la ponen los recientes cambios en los hábitos de consumo de noticias por parte de los usuarios: en EEUU, por ejemplo, el 86% accede a noticias a través de medios digitales, mientras que solo 68% se informa por televisión. “Hace pocos años, la televisión todavía llegaba a tanta gente como los dispositivos digitales, pero ahora ya no, ahora los dispositivos llegan a mucha más gente”, dice Amy Mitchell.