De hecho, su proyecto señalaba que la educación en su gobierno sería el eje prioritario para el desarrollo humano, el éxito económico, para atender la salud preventiva y lograr la competitividad del país y la prosperidad de sus habitantes.
Para ello, proponía vincular a las universidades del país con las mejores del mundo, a través de convenios de cooperación e intercambio y transferencia de conocimiento y fortalecimiento de la ciencia, tecnología e innovación.
De hecho, el gobierno de Mario Abdo continúa con el programa Becal, lo cual es auspicioso.
El problema es que de nada sirve seguir invirtiendo en educación de calidad, enviando a estudiantes a capacitarse en el exterior, si al final quienes quieran publicar investigaciones deberán ser evaluados por un empresario que poco y nada conoce sobre el proceso científico.
Aunque es necesario mejorar y fortalecer el control sobre el financiamiento destinado a investigaciones científicas, y puede cuestionarse la calidad de los trabajos científicos financiados por Conacyt hasta el momento, poner a la cabeza de un ente tan importante para el país a un empresario es, como mínimo, un despropósito.
La débil gestión de Mario Abdo se nota en todas partes. Aunque se entiende que haya nombrado a Eduardo Felippo para acallar las críticas del sector empresarial a las investigaciones sobre el impacto del uso de agroquímicos en las familias campesinas o para complacer a sectores religiosos, es inaceptable su decisión.
Nombrando a un empresario –sin conocimiento científico alguno– en un ente que se encarga de velar por la ciencia y la tecnología del país, Mario Abdo está condenando al país a un retroceso.
Mientras los demás países apuestan por la verdadera educación de calidad y las investigaciones científicas, Paraguay camina hacia atrás.
Según datos del portal Ciencias del Sur, Paraguay es uno de los países de América que menos invierten en investigación y desarrollo. Con base en datos proporcionados por Conacyt, apenas se destina el 0,20% del PIB para ciencia y tecnología. A esto, agrega que disminuyó el número de investigadores (de 742 a 586).
El fin del gobierno de Mario Abdo debería ser incrementar el presupuesto destinado a investigación científica a, por lo menos, 1,5% del PIB al término del mandato, e incrementar el número de investigadores.
Las investigaciones científicas necesitan aumentar en nuestro país para permitir mejorar la calidad de vida de los paraguayos.
Marito de la gente está a tiempo de reconocer que obró mal, y nombrar a un científico en el puesto de presidente de Conacyt. Además, debe velar porque la administración de los fondos sea transparente y reporte beneficios para todos los que habitan el territorio guaraní.