En el Paraguay, sin embargo, hay un grupo económico con fines de lucro que actúa como partido político clandestino usando la personería jurídica de la centenaria ANR. Este es el que mantiene el orden natural. Y tiene un proyecto. Es el del capitalismo de secuaces, manteniendo el modelo del primitivismo productivo que extrae riquezas solo de la naturaleza manteniendo a la población sin educación y sin generar riquezas de la inteligencia humana. Es peligroso educar a la gente porque se puede romper el modelo. Este orden natural incluye al pobrismo, la promesa del efecto goteo hacia abajo, cuando hay crecimiento, sin modificar absolutamente nada.
Si hay miseria, subimos 25 por ciento el Tekoporã aumentando cada vez más los subsidios a los empobrecidos. La creencia es que ya todo está debatido en la política y en la economía. Esto provoca el relato de que el Paraguay solo debe saber elegir gerentes para que administren el modelo. Si tienen diplomas estadounidenses, mejor. En esta lógica, el verdadero poder se asienta sobre el que selecciona los candidatos que luego se validan en elecciones que transitan siempre al borde de la democracia, pero aún no la violan hacia una verdadera dictadura.
Entretanto, lo que emerge es una nueva versión de dos formas de conservadurismo, de derecha y de centro, en todos los partidos. La izquierda paraguaya está casi desaparecida. El PLRA abdicó de constituirse en el partido que puede hacerle frente a la ANR. Podría revivir dependiendo de algún movimiento rupturista que jubile a sus figuras tradicionales. El bipartidismo significa que uno u otro partido tiene la capacidad y la fortaleza, en estructura, en recursos, en liderazgos fuertes, en discurso, como para disputarle el poder, y ganarle, al otro partido. Pasa en Estados Unidos, donde tienen la alternancia siempre como opción. Hoy en Paraguay eso ya no existe, la ANR es la mitad más uno de los votos.
Qué es lo que se destaca: Payo Cubas, y su Cruzada Nacional populista, del cual todavía no se sabe si es o no un pastor verdadero o es apenas un lobo alquilado para dividir manadas de ovejas opositoras. Aun así, la gente de Cubas representa a una nueva clase media baja mestiza morena que crea su propio mercado dentro de su propia economía, que no depende de nadie ni del Estado ni del sector privado tradicional. Esta gente vive buscando su expresión política. Un grupo que les otorgue identidad y represente sus intereses. Los partidos tradicionales no saben cómo hacerlo. Son los batalladores y emergentes de la política populista. Es su forma de rebelarse al sistema. Un grupo de abandonados que crea su propia dinámica de supervivencia. No esperan nada de nadie. Solo creen en sí mismos y en el Creador, tal como les dice el pastor evangélico en el culto semanal o en los grupos de oración. Hay pastores de verdad y hay pastores mentirosos. El protestantismo les está predicando. La Iglesia Católica tradicional tampoco sabe cómo catequizarlos. Estaba acostumbrada a manejar siervos dependientes y no gente que se hace a sí misma.
Los políticos no están ni ahí ni huelen cómo es hablar con ellos. Sus aspiraciones se canalizan a través de las redes sociales y por medio de Payo, que se disfraza desde la tardecita de uno de ellos. Vende hamburguesas en las periferias y barrios populares. Ahora lanzará los asados de Payo. Es la nueva dinámica de la economía de la calle que no reconoce a los partidos tradicionales. Son el panchero, el que vende hamburguesas y asadito, desarmadero, venta de repuestos usados, carretillero lleva basura, compra y venta de baterías usadas, reciclador, delivery, guardia privado por lo general nocturno y explotado por el patrón, son setenta mil en el país. Se suman los choferes de plataformas, bocas de droga, barrabravas, chespis, incluso policías del Grupo Lince que hacen de choferes de plataformas cuando no están en servicio. Son todos los excluidos e incrédulos de la economía y la política en modo tradicional. Muchos llevan una vida nocturna productiva, esperanza contra esperanza, dentro de la economía pospandémica que los dejó en bancarrota. Los partidos tradicionales ni saben quiénes son. Payo hizo su campaña electoral con ellos, de noche, en las horas en las que esta gente suele estar despierta, mientras nosotros dormimos. El electoralismo nocturno nos cogió de sorpresa, como diría mi suegra española. Nadie los vio venir. Y aquí están, con casi setecientos mil votos en el 2023. Esta gente ya no responde a la identidad política tradicional, aunque esté afiliada a los dos partidos históricos. Resisten al sistema que los excluye, como mensúes urbanos, siguiendo los enojos de Payo y haciendo su propia microeconomía para supervivir.
El nuevo Gobierno de Peña, mientras tanto, es un grupo de técnicos que solo administra la burocracia estatal, sin entender un ápice de la política verdadera, ya que no le permiten desde el quincho. Los técnicos no deciden nada transformacional. El grupo económico enquistado en el poder maneja la política con el capitalismo de secuaces, y los tecnoburócratas hacen como que deciden. Peña no es ni más ni menos que un viajante de negocios acompañado de algunos empresarios buscando rentas propias con ellos. Es un presidente por encargo, de otros. Los que manejan la burocracia estatal que hacen algunos toques cosméticos en la economía, y cero en la política, no cambian ni van a cambiar la corrupción profundamente arraigada en los tres poderes del Estado. Andan atendiendo las presiones de los grupos de interés de empresarios agremiados. Dan la impresión de que gobiernan, pero están desconectados de la realidad nacional.
Pero va llegando el momento de la verdad. Las necesidades se acumulan y explotan como los caños de agua y cloaca de la Essap y las reguladas del transporte público. Quién va a representar en el futuro a los dejados para atrás que crecen día tras día. ¿Payo, que sería, o no sería, encarcelado? La cantidad de frustraciones que puede soportar una democracia tiene límites. Saludos cordiales.