El analista remarca que este instrumento fue tratado por el Congreso en su momento, revisado por las partes, firmado y aceptado. “Anularlo, además, por fuera de lo establecido en el propio mecanismo de solución de controversias, estipulado en el acuerdo, solo nos ubica en el grupo de naciones con las cuales no se puede tratar sensatamente”, insiste.
Ibarra dice tener sus dudas respecto a que el Congreso tenga atribución para hacer lo que se pretende, considerando que la política exterior es llevada adelante por el presidente de la República, y en todo caso, “es este el que debería iniciar los pasos establecidos en los mecanismos acordados para modificar el acuerdo”. Para él hay que mirar con atención la posición que asumirá el nuevo presidente, Santiago Peña, quien “hasta ahora no se alejó de las posiciones extremas de su sector”, y parece que está buscando una medida intermedia como la adenda, “para mantener a todos más o menos contentos”. Este intento de derogación también demuestra que un sector mayoritario de la representación política paraguaya, de todos los partidos políticos, “es altamente irresponsable y no le preocupa conducir al país al descrédito internacional”, subraya. Posturas así, inspiradas en teorías conspiraticias y en el populismo de derecha radical, son un fenómeno global y están presentes en diversos países e incluso en la UE, “y constituyen una amenaza a los valores y prácticas de una democracia liberal”.