28 nov. 2024

Del plomo fundido al periodismo digital

Nació como vespertino, con chiste de Botti en portada y el estilo de periodismo fresco y desenfadado que le imprimió Kostia, su primer director. Padeció persecuciones y cierres arbitrarios. Esta es la historia de 40 años de periodismo, desde aquel primer grito del canillita que rompió la quietud de la siesta paraguaya.

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La Redacción en los años 80, cuando aún reinaban las máquinas de escribir.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

Las viejas máquinas impresoras estaban allí, cubiertas de polvo y de gloria periodística, en una antigua casona sobre la calle Benjamín Constant 658, en el centro histórico de Asunción, a mediados de 1973, cuando el entonces coronel Pablo Rojas llamó a su buen amigo Kostia, Isaac Kostianosvsky, uno de los más talentosos y veteranos periodistas de la época, y le dijo: “Allí están las impresoras, durmiendo. ¿Te animás a hacer y dirigir con ellas un nuevo diario? Hacé lo que quieras, en la medida de lo que se pueda”.

En ese mismo edificio y con esas mismas viejas máquinas se habían editado varios periódicos legendarios, como El Orden, que apareció en 1923, dirigido por Gualberto Cardús Huerta y Félix Paiva, y que llegó a tener como una de sus principales redactoras a la recordada Josefina Plá, pionera del periodismo femenino.

Tras la Guerra del Chaco (1932-1935), Policarpo Artaza (fundador de la importadora Artaza Hermanos), adquirió la empresa periodística y decidió reconvertir El Orden, editando un nuevo diario, al que llamó El País. Salió a la calle el 12 de octubre de 1935. Pocos años después tuvo como secretario de Redacción a un joven, inquieto y talentoso periodista llamado Augusto Roa Bastos.

Durante el breve gobierno de Rafael Franco (1936 y 1937), El País llegó a tener las mejores máquinas impresoras, que editaban hasta cuatro periódicos por día, dos matutinos y dos vespertinos (entre ellos, La Mañana y La Tarde).

Pero eran tiempos difíciles para la libertad de prensa. La dictadura de Higinio Morínigo intervino el diario El País, el 27 de enero de 1941. El 5 de setiembre de 1946, hordas gubernamentales atacaron la sede del periódico y destrozaron parte de la Redacción y de los talleres. Desde entonces, la propiedad de la editorial pasó por varias manos, hasta que fue adquirida por Pablo Rojas.

“Rojas le llamó a mi padre y le dijo: “Vamos a hacer un diario, ¿te animás?” Así, papá se metió otra vez en la aventura, después de varios años de estar alejado del periodismo activo”, recuerda la hija de Kostia, la también periodista Pepa Kostianovsky, quien justamente empezó su carrera de comunicadora integrándose a la Redacción del nuevo diario, que empezó a fraguarse entre muebles antiguos y máquinas oxidadas. Le pusieron como nombre Última Hora, porque iba a ser vespertino, y su principal atractivo iba a ser publicar “las noticias del día, en el día”.

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Antiguo local de Editorial El País, en la calle Benjamín Constant 658. El edificio fue reconstruido, pero la estructura de la torre se mantiene.


El sello de Kostia

—¡Timoreee....!

El lunes 8 de octubre de 1973, la quietud y el silencio característicos de la tradicional siesta paraguaya fueron rotos por el grito estentóreo de los mitã'i canillitas, que ganaban las calles de Asunción y de otras ciudades del país, voceando el nombre del nuevo diario.

La denominación compuesta, Última Hora, no les resultaba muy práctica para anunciar, así que decidieron acortarla y convertirla en una sola palabra: “Timore”, con la que pasó a ser conocido el vespertino, a nivel popular.

Aquel primer número apareció con solo 16 páginas, en blanco y negro, con un precio de venta de 10 guaraníes el ejemplar. Estaba impreso en el viejo sistema de linotipo, con la composición tipográfica mecánica en caliente, con plomo fundido. Prácticamente toda la portada, con mucho texto y poca ilustración gráfica, estaba dedicada al conflicto armado en el Medio Oriente, con informaciones brindadas por la agencia AFP, un mapa y una caricatura hecha por el dibujante y humorista Fiorello Botti del líder israelí Moshé Dayán.

Había un detalle que ya marcaba un sello característico de ÚH, la incorporación del humor gráfico en portada, con una viñeta de Botti, en este caso sobre jugadores de la selección paraguaya, que habían quedado fuera del Mundial de Alemania 74. “Ya que no podemos ir a Múnich, por lo menos vamos al Germania”, proponía uno de los futbolistas, en la puerta de un famoso bar de la época.

El diario traía además algunas secciones que iban a volverse célebres, como los humorísticos mini-poemas de la sección Verso-mi, en contratapa, o la ácida El Eco de la Noticia, escritas por Kostia, al igual que la sección Editorial, con un lenguaje desenfadado.

“Aquella primera Redacción fue más que nada una aventura romántica, un tipo de periodismo que se hacía con pocos recursos, con mucho lirismo y buen humor”, narra Pepa Kostianovsky, quien recuerda entre los integrantes del staff a la escritora Ana Iris Chaves de Ferreiro, al dibujante y humorista Fiorello Botti, y a veteranos periodistas como Reinaldo Montefilpo Carvallo y Alejandro Islas, incluyendo a valiosos colaboradores como el poeta José-Luis Appleyard.

“Hubo dos editoriales de Kostia que dejaron su marca, como el que dedicó al máximo tenista nacional, Víctor Manuel Pecci, y otro al que simplemente tituló con la palabra ‘Mbore’, buscando explicar qué significaba ese término en nuestra cultura popular”, relata el periodista César Insfran, quien empezó a vincularse con el diario desde muy joven, colaborando con el jefe de la sección Cables (internacionales), Julio César Artaza, el recordado Gordo Artaza.

Kostia escribía prácticamente “a pluma alzada, casi sin precisar correcciones”, recuerda su hija Pepa. “Le sobraba tiempo para intercambiar sonetos humorísticos con José-Luis Appleyard, los que eran enviados a través de ordenanzas, pues no existían correos electrónicos”, destaca.

Pero el humor corrosivo de Kostia causaba molestias al poder dictatorial, incluso en los populares versos aparentemente inocentes. Tras la visita oficial del dictador chileno Augusto Pinochet, el entonces director de Última Hora publicó un versomi:

“La visita se nos fue

y con ella el mal olor

con razón a ese señor

lo llamaban Pichoné".

El entonces ministro del Interior, Sabino Montanaro, reaccionó molesto y llamó por teléfono para increpar al autor. Con su característica picardía, Kostia le gritó a la telefonista: "¡Decile que me fui al baño!”.

Uno de los protagonistas iniciales de esta etapa –y que sigue ligado a Última Hora, 40 años después- es el legendario reportero gráfico Gracianiano Irala, alias Fotosky, que salía a cubrir noticias en una pequeña motoneta y revelaba sus fotos en blanco y negro en el único baño de la Redacción, como improvisado “cuarto oscuro”, privando a los demás trabajadores del uso del sanitario por largas horas.

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El periodista Cesar Insfrán, recibiendo cables de la agencia AP a través de teletipos en los años 80.


La etapa del cambio

Las antiguas máquinas ya no daban para más y los propietarios de Editorial El País decidieron que era el momento de invertir en la compra de modernas rotativas off-sett color, similares a las que había introducido el diario ABC Color. Por ello, decidieron interrumpir la publicación de Última Hora en febrero de 1976 y renovar no solo el taller, sino gran parte de la antigua Redacción de Editorial El País.

En ese lapso se produjo el fallecimiento del entonces general Pablo Rojas y el destierro de Isaac Kostianovsky, en este último caso por un entredicho personal con el ministro del Interior, Sabino Montanaro. El veterano periodista fue arbitrariamente expulsado del país y tuvo que ir a vivir con su familia a la Argentina.

Ante esta circunstancia, asumió la dirección de Última Hora el hijo del general Rojas, el entonces joven licenciado en Ciencias Contables, Demetrio “Papu” Rojas, iniciando una nueva etapa periodística. El vespertino volvió a salir a la calle el 13 de diciembre de 1976, con más páginas, impresión de alta calidad y uso del calor. Mantuvo las secciones características, como el chiste de Botti en tapa, El Eco de la Noticia y el chispeante Versomí. Como un aporte novedoso, instaló en contratapa la sección ¡Click!, con fotos curiosas y su atractivo principal para la población masculina: las imágenes de bellas chicas en bikini, captadas principalmente por el legendario Fotosky.

“Buscamos hacer un diario de buena calidad, con periodistas que habían quedado del primer equipo de Kostia y el aporte de otros que se fueron sumando. Nos caracterizamos por traer ‘las noticias del día en el día’, en una era en que la televisión casi no existía. Era una buena época económica, por la bonanza que significó la construcción de la represa de Itaipú. Última Hora se afianzó como uno de los principales diarios del Paraguay”, destaca su ex director y propietario durante casi tres décadas, Papu Rojas.

Años difíciles

A Rojas le tocó sortear los años más difíciles. De una etapa de convivencia inicial con el gobierno de Alfredo Stroessner, quien estuvo personalmente en la Redacción para presidir la reinauguración en 1973, Última Hora empezó a desarrollar un periodismo de estilo crítico, dentro de los límites de censura y autocensura que imponía la dictadura.

En junio de 1979 ocurrió el primer conflicto grave, cuando el Gobierno dispuso arbitrariamente la suspensión por 30 días de la circulación de Última Hora y La Tribuna, molesto por los titulares sobre el elevado precio de la nafta o la crítica situación de las familias humildes afectadas por la inundación.

Cuando Última Hora volvió a editarse, los lectores formaban cola en la calle, frente a la sede del diario, para adquirir su ejemplar.

En diciembre de 1982 se produjo otro momento particularmente difícil, cuando policías de Investigaciones irrumpieron en la Redacción para llevar detenido “por orden superior” al secretario de Redacción, Félix Humberto Paiva, primeramente, y luego al jefe de Redacción, Fernando Cazenave. El “delito” fue poner en portada un titular sobre la crítica situación de la ciudad de Pilar, denunciada por un sacerdote durante una visita del dictador Stroessner a dicha localidad sureña.

“Como medio de comunicación, Última Hora vivió momentos muy importantes. En los últimos años de la dictadura, el diario se convirtió en el único canal, en la única voz de la oposición. Última Hora supo cumplir cabalmente su rol social”, destaca su ex director y propietario, Papu Rojas.

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