La nutria gigante, el tatú carreta (armadillo), el puma o el ciervo de los pantanos son otros animales con riesgo crítico de desaparecer que conviven en este hábitat de 340.000 kilómetros que abarca Paraguay, Brasil y Bolivia.
Una supervivencia que antes de esos incendios estaba y está monitoreada por el equipo de cinco guardas forestales de la estación biológica Tres Gigantes de la ONG Guyra Paraguay, a orillas del Río Negro, en una aislada zona del Pantanal a la que solo se puede acceder en canoa.
En ese punto, los guardabosques explicaron a EFE que se han detectado muertes de animales tanto por el efecto de las llamas como por la contaminación del humo, aunque reconocieron no tener datos precisos hasta la fecha.
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Se trata de una de los hábitat del yaguareté, el mayor felino de América y una de las especies más amenazadas del continente, del que en enero de 2019 se tuvo el último registro visual desde esa estación forestal.
Este felino que también se encuentra en otros hábitats naturales desde México hasta Argentina, ha menguado su comunidad en los últimos años en Paraguay como consecuencia de la extensión ganadera y de la caza.
Otra de las especies en extinción más vulnerables a los incendios en el Pantanal es el oso hormiguero gigante, ya que tiende a desorientarse, lo que le conduce por error hasta las áreas afectadas.
Los incendios que comenzaron a mediados de agosto arrasaron unas 62.000 hectáreas en la zona paraguaya de este gran humedal, que obligó a los animales a desplazarse a otros lugares e incluso a cruzar el cauce del agua para huir de las llamas.
Los estragos del fuego todavía se pueden observar a las dos orillas del Río Negro, que no pudo servir como cortafuegos para evitar que los fuertes vientos arrastraran las brasas encendidas desde un costado hasta el otro.
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No obstante, una de las guardabosques, Carolina Alvarez, se mostró confiada en el instinto de supervivencia de los animales.
“Yo creo que los animales son sabios y ellos conocen mejor que nadie cómo resguardarse o cómo defenderse en caso de incendio”, afirmó a EFE Alvarez en lo alto de un mirador desde donde divisó hace semanas a manadas de cerdos y ciervos salvajes cruzando el río para huir del fuego.
Además de provocar la huida temporal de los animales, el fuego destruyó nidos y madrigueras, a la par que redujo los frutos que consumen las especies herbívoras.
En el último mes, los guardabosques han intensificado su trabajo para tratar de localizar a los amenazados animales y han logrado una decena de registros visuales gracias a las capturas de las cámaras trampa que tienen instaladas en las inmediaciones del centro.
“Los días después del incendio fue realmente duro estar en este lugar, sobre todo para los compañeros que llevan mucho más tiempo acá, pero es increíble ver cómo la fauna vuelve y cómo todo puede reverdecer”, señaló Alvarez.
Se trata de uno de los peores incendios que ha registrado esta zona desde 2009, cuando el fuego también calcinó una gran cantidad de hectáreas como consecuencia de las altas temperaturas y la llegada de la sequía.
Desde Guyra Paraguay señalaron que se trata de un proceso cíclico, en el que cada década se produce un incendio de grandes magnitudes que obliga a la vegetación a regenerarse.
Sin perder el optimismo, Alvarez recordó que ya se están empezando a detectar los primeros signos de recuperación de la flora con brotes verdes en plantas como el inga, un arbusto tropical del que se alimentan tanto los mamíferos terrestres como la fauna acuática del río.
Paraguay vive desde mediados de agosto una temporada de incendios que han arrasado más de 241.000 hectáreas de vegetación en el Norte del país, tanto en el Pantanal, como en los bosques del Cerro Chovoreca, junto a la frontera con Bolivia.