Juan Luis Ferreira E.
Una hija mía suele decir que el paso más importante para estar sano es la paz, la serenidad y practicar buenas relaciones. Es notable que ninguna de estas cosas requiere dinero, sí implican orar, renunciar al egoísmo, a la agitación y al consumismo. Son actitudes que pueden ejercitarse e inducirse desde el hogar, los amigos, la parroquia, la escuela. Quizás se nos fue la mano con los viajes, eventos, reuniones. Reflexionemos. Pintorescamente nos están dando recomendaciones que recuerdan la infancia: lávate las manos, no salgas sin necesidad o quédate por el barrio, aliméntate bien, mantente calmado.
Por el lado empresarial es momento de desarrollar protocolos que muchos no tienen: cómo actuar ante epidemias, enfermedades, situaciones climáticas, huelgas, interrupciones de la comunicación. Esto involucra un consenso de dueños, colaboradores, proveedores, clientes, inversores, todos los que participan. Significa empezar a construir un nuevo código comercial, legal y social. Con los raudales, por ejemplo, es triste ver a los deliveries o mensajeros arriesgándose. ¿Para entregar qué? ¿Cuál es la emergencia? Pactemos, los ciudadanos debemos cuidarnos entre nosotros. ¿Por qué si tengo un examen en la Facultad tengo que arriesgar mi vida? ¿Por qué si me siento mal no puedo quedarme a reposar sin temor a que me multen, o echen del trabajo?
Por el lado gubernamental estoy seguro que tenemos la gente adecuada y las cooperaciones nacionales e internacionales que sean pertinentes para determinar lo mejor que debe hacerse a corto, mediano y largo plazo. Es momento de escuchar expertos y de actuar seriamente. Estamos hablando de salud y educación, y esto implica dinero y paciencia. Desde luego, puede haber oportunistas que soliciten fondos excepcionales, más deuda, o ampliaciones presupuestarias, y quizás algunas se justifiquen. Igual, se trata de una brillante ocasión para “patear el tablero”, revisar y cambiar lo que gastamos mal: recetas, estudios y procedimientos erróneos, o exagerados; instalaciones mal ubicadas o desaprovechadas; y así sucesivamente. Se sabe todo lo que debe mejorarse. Pateemos la inutilidad, incapacidad, corrupción e impunidad donde es más imperdonable e intolerable: en la salud.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para tomar las decisiones correctas con sabiduría y coraje.