23 dic. 2024

Dengue, coronavirus y la alegría de los políticos

Miguel H. López – @miguelhache

La epidemia de dengue y la amenaza del primer caso de paciente bajo sospecha de coronavirus en el país vienen como anillo al dedo a las autoridades que ven en tal desgracia la cortina de humo justa para el relajo de vacaciones ante la grave crisis de institucionalidad y la recesión económica que fluctúa errante por falta de planes desde el Gobierno.

Mucha de la preocupación sobre la escandalosa situación en la que está el país, en todos los ámbitos, queda empañada por cierta sicosis que se instala con estas enfermedades, que aparte de ser presentadas como graves no reciben real atención.

Hasta el momento 23 personas ya fallecieron bajo sospecha de dengue, 4 de ellas confirmadas que fueron a causa de la enfermedad. Solo en enero ya se reportaron 8 mil casos, el 80% en el área Metropolitana (Departamento Central y Asunción), según información oficial. Esta circunstancia se produce en un momento en el que el presupuesto general de gastos reduce fondos al sistema sanitario; y la negligencia de las autoridades pone al borde de la muerte a la población.

Cada año, por estas temporadas, el dengue hace su aparición y todos los reportes anuncian epidemias. Pese a tener esa información 1 año antes, por lo menos, las autoridades sanitarias no mueven una pestaña para prever alguna cosa que haga frente y amaine de uno u otro modo la amenaza. Esperan que ocurra la crisis, que empiecen a saturarse los hospitales, a que aparezcan los primeros muertos, para luego salir a anunciar acciones, más camas, capacitaciones, visitas a nosocomios, etc. Propaganda a costa de la desgracia. Todo eso termina por lo general en nada efectivo porque el problema está desbordado. Lo peor es que nadie del Gobierno responde por la improvisación y la negligencia criminal. Quien paga los platos rotos es finalmente la población que debe enterrar a sus seres queridos o verlos sufrir hasta el extremo ante la falta de asistencia eficaz y eficiente.

Mientras todo esto está pasando, los políticos en función de poder y de gobierno -en su casi totalidad- no hacen nada. No movilizan los mecanismos institucionales de salvaguarda a la gente ni de sanción a quienes incumplen sagrados preceptos de garantizar la vida y salud de la población. Dirán que es época de vacaciones, pero el resto del año tampoco lo hacen aunque sean temporadas laboralmente hábiles.

Mientras el sufrimiento de la gente desborda los hospitales públicos semi-desabastecidos de medicamentos y de médicos, las autoridades hacen vista gorda. Nada de esta situación puede cambiar si no existe un real interés y una verdadera política de inversión en la salud de la gente.

Ahora hay un primer sospechoso de estar afectado por el coronavirus, que en China Continental está afectando a miles con saldo letal. Este hecho, que en un país cuyas autoridades improvisan sobre la vida de los habitantes, es una nueva nube distractora para quitar los ojos de los políticos. Algunos medios de comunicación no ayudan mucho en mantener a raya la situación. Con sensacionalismo de principiante, mucho del periodismo local maneja con poco profesionalismo el caso. Las autoridades no lo hacen mejor. Siempre en lo suyo, improvisa. Ninguna de las personas que ingresan al país desde el gigante Asiático es puesta en cuarentena ni bajo observación. Total, cuando se den los primeros muertos aparecerán los candidatos a “lucrar” con la lucha anticoronavirus.

La epidemia de dengue es reflejo de la ineptitud del Gobierno en función de Estado. Lo del coronavirus -deseamos que no- se puede convertir en un reflejo similar. No hay un solo mecanismo serio puesto o en ejecución. Puros amagues desde Salud Pública. Como si se tratara de un juego de caprichos momentáneos.

Los políticos están felices cuanto más infelices estamos los habitantes del país. Nuestra desgracia es su dicha. Mientras, evaden, engañan y se enriquecen escondidos tras la humareda de las desgracias humanas que nos acechan.

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