02 may. 2025

Depende del bando

Dr. Ricardo Rodríguez Silvero

Puestos a emitir juicios de valor respecto de la necesidad de transparentar y legalizar las operaciones de comercio exterior, la mayoría estará a favor de combatir el contrabando. Aunque no especificará si habla del “contrabando hormiga” o de los “fleteros” o de los locales contrabandistas de fuste, organizados empresarialmente, o del megacontrabando vía transnacionales del delito en acoplados, contenedores, barcazas, avionetas y otros medios de transporte, más rápidos y menos controlados. Tampoco dirá si analiza el contrabando de productos de comercialización expresamente prohibida (armamentos, drogas, dinero físico, rollos de madera, medicamentos de plazos vencidos, productos pirateados, pieles silvestres, etc.), o de aquellos de comercialización permitida (bienes de capital o maquinarias pesadas, productos intermedios y bienes de consumo, entre otros). “¡El contrabando sin adjetivos debe ser erradicado!”, profieren ferozmente algunos políticos y funcionarios públicos. Probablemente la mayoría lo diga solo por intereses creados, o por indolencia desvergonzada o por manipulación aviesa de la realidad tal vez en procura de réditos económicos o político-partidarios.

CIUDADANÍA DESINFORMADA. La mayoría de los ciudadanos, en elecciones generales, municipales y en las de nombramiento de ciertas autoridades en círculos legalmente habilitados, literalmente no tiene ni idea de cuáles son las causales más profundas y las consecuencias más amplias del contrabando, dependiendo ellas obviamente del adjetivo. Probablemente la causa más profunda sea la mentalidad y la propia historia, y dentro de esas coordenadas el desconocimiento de que ya Paraguay, como Provincia Gigante de las Indias, era una gigantesca zona geográfica en la que el comercio exterior registrado y controlado debidamente no pasaba de ser una utopía. En aquellos siglos eso era natural, teniendo en cuenta esas extensiones, las pocas instancias de control, el escuálido presupuesto y la escasez de funcionarios públicos adiestrados. Pero ya en el siglo XIX, la dictadura del Dr. José G. Rodríguez de Francia había demostrado que en las vías de acceso más utilizadas, los controles eran posibles. No obstante, a lo largo del siglo XX se consolidó la fama de que Paraguay era el paraíso del contrabando. Y en el tercio de siglo de dictadura del Gral. Alfredo Stroessner, era “el precio de la paz”.

SIGLO XXI CAMBALACHE. Sin embargo, en lo que va del siglo actual, los controles, físicos y electrónicos en las Aduanas de la República ciertamente han mejorado, pero siguen vigentes la escasez presupuestaria para una mejor supervisión del comercio exterior y la venalidad de los funcionarios públicos. En ese contexto, hasta hoy el contrabando impera tanto para los productos de comercialización expresamente prohibida, como para la permitida. En estos años, a los delitos económicos tradicionales, como contrabando y evasión tributaria, se han agregado los de nueva data, bastante más complicados de controlar (como los precios de transferencia, los giros ilegales y el omnipresente lavado de dinero). A ellos les siguen los delitos criminales típicos del crimen organizado vía narcotráfico y transferencias al terrorismo, por ejemplo, a organizaciones como el Hezbollah, desde las Tres Fronteras, según alegaciones de organismos internacionales, supervisándolos.

BANDOS ILEGALES. Es insuficiente alegar que el contrabando se vuelve difícil de controlar, porque los intereses creados son numerosos o porque tiene consecuencias positivas como negativas para el país o porque el presupuesto para combatirlo sigue siendo escaso o la corrupción entre los funcionarios está tan en boga o porque algunos conocidos empresarios están involucrados, según noticias no confirmadas, provenientes de los tradicionales medios de prensa (radio, diario y TV) y las redes sociales. Mientras no se deje de lado la hipocresía, no se arranque la careta a algunos comerciantes y tampoco se analice la compleja realidad en la que tiene su hábitat natural el contrabando, puede empeorar en algunos productos y áreas geográficas, así como reducirse un poco vía controles electrónicos y la cooperación de organizaciones internacionales, decididas en develar el misterio de tanta ilegalidad.