20 feb. 2025

“Deporte, papá”

La evasiva respuesta del presidente de la República, Santiago Peña, al ser consultado sobre el escándalo tras la publicación de mensajes del celular del legislador fallecido Lalo Gomes, es una burla para los paraguayos de bien.

Si bien la consulta la realizaron los periodistas en el marco de un anuncio deportivo que, como cualquier actividad que incentive el turismo de eventos es beneficioso para el país, el mandatario estaba y está obligado a sentar una postura clara y firme sobre el tema. Más aún sabiendo que la mayoría de los aludidos forman parte de su partido, su gobierno y su movimiento político.

Al comienzo, hablé sobre los paraguayos de bien, pues concuerdo con las expresiones de la mayoría de los gremios, quienes al abordar la problemática señalaron que mientras unos luchan por sacar adelante al país, otros buscan sacar ventajas personales.

El caso de Lalo es solo una muestra más de cómo opera la política del país. Tanto colorados, liberales y hasta los partidos más pequeños de la oposición quieren llegar al poder para luego llenarse los bolsillos a costa del pueblo.

“Deporte, papá”, dijo el presidente de la República. Y sí, en parte es una respuesta acertada, pues como dice la expresión utilizada cuando se define una acción que una persona la hace como de costumbre o “por deporte” , los colocados están tan acostumbrados a operar bajo la impunidad, que hasta parece normal que jueces, fiscales y otras autoridades le rindan pleitesía a quien tiene poder. En este caso, el ex legislador, evidentemente, era quien dominaba Pedro Juan Caballero y buscaba extender su dominio.

El presidente Peña, quien probablemente busca emular a Juan Pablo II, el Papa viajero, insiste en que su casi nula presencia en el país es la mejor estrategia para atraer las inversiones que se necesitan para diversificar la economía y generar los 500.000 empleos que prometió durante su campaña.

El reciente escándalo de corrupción es un duro golpe para la marca país, y no precisamente por culpa de la prensa, a la que el Gobierno acostumbra a señalar como operadora de constantes boicots. ¿Cómo atraer inversiones hacia un país cuyas instituciones están consumidas por células galopantes del cáncer de la corrupción? ¿Quién querría llevar su capital a un país que pisotea las leyes y no tiene seguridad jurídica?

La ciudadanía, los paraguayos de bien, el sector económico pujante, tienen una visión muy diferente de la que el Gobierno tiene sobre la marca país. Es mentira que los inversores solo evalúen la macroeconomía. De nada sirven los viajes, las millonarias publicidades en medios internacionales, las costosas misiones en el exterior, si no se combate la corrupción y la debilidad institucional. ¿Quién querrá invertir en un país en el que la ciudadanía no cree en sus autoridades?

Yendo hacia un pensamiento algo más optimista, concuerdo con algunos analistas que sostienen que esta es la oportunidad que se tiene para iniciar las reformas en las instituciones encargadas de impartir justicia.

Mientas siga habiendo jueces y fiscales al servicio del crimen organizado, seguirán apareciendo nuevos Lalos. Es el propio sistema de elección de miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados el que permite meter mano política, algo que también sucede en la Fiscalía.

Esta es una nueva oportunidad que Santiago Peña tiene para demostrar si él es quien en realidad manda. Pero primero, sus asesores deben avisarle que picharse “por deporte” lo hace quedar como un inoperante.

El mandatario se equivocó y se sigue equivocando al pretender hacer creer que con su silencio muestra su convicción de no inmiscuirse en la autonomía de otros poderes. Pareciera que no sabe qué hacer o decir al respecto. O tal vez, sabe que hasta su primer anillo puede estar implicado en el escándalo, y no le queda más que cerrar la boca para no hacer, una vez más, el ridículo.

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