Se pasó luego a la dimensión de los profesionales del deporte que acumulan fabulosas ganancias gracias a esta resonancia mundial.
Permanece aún la disciplina y exigencias extremas para los atletas venerados, pero poca gente conoce el inmenso sacrificio, físico, mental y estilo de vida que ello implica.
Irrumpió la empresa que capitalizó y unió al público con los derechos televisivos de estos espectáculos. En nuestro país se concedieron los derechos del fútbol a una sola empresa que bien hace en maximizar las ganancias sobre esta inversión.
Sin embargo, los organismos correspondientes del deporte debieron intervenir, siendo nuestro país de muchas carencias, para velar por los partidos internacionales de la Selección, que paraguayos puedan ser vistos por todos sus ciudadanos. Los clubes pueden ceder sus derechos libremente, pero las selecciones de fútbol que visten la camiseta paraguaya deben poder ser vistos por todos los paraguayos, pues esa casaca que vende cara la APF pertenece a todos los ciudadanos de este país.
En caso similar, años atrás el Gobierno argentino rompió el monopolio de fútbol y liberó a la televisión abierta todos los partidos de su selección. Este proceder en un país de capitalismo puro sería inaceptable, pues transgrede el principio de libre mercado. Pero en un país pobre como el nuestro, es un deber ético de sus gobernantes otorgar en momentos actuales de escasa diversión la alegría a todos los ciudadanos de ver a su Selección de fútbol.
Tigo Sports y la APF cercenan éticamente los intereses de los paraguayos menos pudientes que no pueden pagar la suscripción de conexión de esa empresa. Nuestra Selección gatea pretendiendo un lugar en el Mundial Qatar 2022. Muchos partidos quedan por jugarse, es pertinente que el Gobierno, a través de la Secretaría Nacional de Deportes, gestione de alguna forma la emisión abierta de la Selección para mullir en alguna medida esta interminable pandemia. Así lo esperan todos los paraguayos.