Sin embargo, el politólogo Marcello Lachi, si bien reconoció que la clase política postergó por años estos aspectos sociales, el Paraguay tiene un problema de fondo, que es el sistema impositivo, tan bajo que no permite mayores recaudaciones y, por ende, inversión en salud y educación.
“Paraguay tiene un sistema de educación y de salud inexistentes. No porque Dios lo quiso, sino porque la clase política dominante lo quiso, pero el problema no es que no se usaban los fondos disponibles para salud y ahora sí, lo que se está haciendo es normal en emergencia, lo hacen también países con sistemas de salud más avanzados. El problema de fondo es que en Paraguay el sistema de impuestos es bajo, y siendo bajo, no puede satisfacer la necesidad mínima”, manifestó.
Indicó que, si los países con presión fiscal de 35% del PIB tienen dificultades para enfrentar la crisis, es impensable que Paraguay no lo tenga con solo 10% de presión tributaria.
“Pero lo positivo es que ahora se nota que, si no se invierte en un sistema de salud eficiente, no se va a poder aguantar. De hecho, Paraguay por desesperación ha anticipado todas las medidas que en otros países tomaron después de un tiempo, y no porque fuimos más inteligentes. Aquí fueron más desesperados y sabiendo que nuestro sistema de salud no puede aguantar ni un mínimo nivel de desarrollo de la epidemia, han decidido cortar todo”, destacó.
No obstante, después del final de la pandemia, habrá un alto costo económico que durará meses, remarcó el analista, ya que con la baja presión fiscal y la reasignación de fondos para salud sacando de otras áreas, tendrá consecuencias. “Cuando superemos la crisis nos vamos a encontrar con desequilibrios económicos porque los pocos fondos que teníamos se fueron a salud y va a faltar en otro lado”, añadió. Los recortes de gastos superfluos no son suficientes para el politólogo.
“Va a servir para que nos demos cuenta que no podemos vivir en un país con estas condiciones, pero el problema es que el ser humano, pasa la crisis, y se olvida de todo. No es una reacción política positiva, es una reacción política de desesperación. De saber que tenés que administrar una emergencia de nivel mundial y no estás preparado.
Por su parte, el politólogo Marcos Pérez Talia, dijo que una de las enseñanzas que deja la crisis por la pandemia tiene que ver con los bienes que ofrecen los políticos.
“El mundo tuvo que vivir una auténtica masacre virósica para comprender que había sido era necesario invertir en salud pública. Como el Covid-19 no discriminó entre ricos y pobres sino que contagió a todos por igual, hizo comprender a la élite política mundial que sí era necesario tener más camas de terapia intensiva en los hospitales públicos, mayor disponibilidad de recursos para compra de medicamentos, mayor inversión en ciencia y tecnología, entre otros”, expresó.
Pero hay algo que destacar. “Lo positivo es que vemos cómo las autoridades responden a esta demanda de mayor inversión pública. Varias instituciones anunciaron recortes en gastos superfluos. Era una cuestión de voluntad política nomás, producto de un virus letal que no discrimina entre ricos y pobres. Frente a los recortes en salud y educación, y en ciencia y tecnología, necesitamos una mayor presencia del Estado en esas áreas.
No es una reacción política positiva, es una reacción política de desesperación, porque no estamos preparados. Marcello Lachi, politólogo.
Frente a cortes en Salud, Educación y Ciencia, necesitamos mayor presencia del Estado en esas áreas. Marcos Pérez Talia, politólogo.