Nunca en la historia de la pedagogía y, por supuesto, en la historia de la humanidad, la educación familiar y profesional se han visto tan desafiadas y exigidas para poder lograr sus objetivos. Nunca ha sido tan difícil educar como ahora.
Por eso, nunca ha sido tan necesario e importante valorar y apoyar efectivamente a los padres de familia y a los educadores profesionales, llamados y rebajados como simples “docentes”. Docentes (del verbo latino docere, que significa enseñar) son los que enseñan y educadores son los que educan. Como he comentado en otras ocasiones, la enseñanza no es educación, por eso ambos procesos tienen diferentes palabras, porque se refieren a conceptos y realidades distintos. No basta enseñar para educar.
Una fuente de desafíos surge del acelerado avance de las tecnologías, tan desafiantes que han provocado no sólo la urgencia de integrarlas en los procesos educativos, para aprovechar su potencial de desarrollo de capacidades, habilidades y competencias, sino sobre todo por su impacto en la antropología integral de cada hijo y educando, por eso ha surgido desde el año 2010 la nueva rama de la antropología científica, llamada “tecnoantropología”. El uso frecuente de ciertas tecnologías genera otro tipo de ser humano. Impresionante y complejo desafío muy difícil de afrontar.
Otra fuente fecunda de desafíos brota del nomadismo moderno y creciente movimiento migratorio mundial. Según estimaciones de la División de Población de la ONU, en el año 2020 emigraron fuera de su país 821 millones. En Paraguay, según datos de la ONU en los últimos años ha emigrado el 6,02 de la población y han inmigrado 169.567 extranjeros de distintos países, que representan el 2,6% de nuestra población.
Con menor impacto hay que sumar el movimiento del turismo y con efectos no medidos aún, pero previsibles, hay que tener en cuenta el “nomadismo virtual”, que supone contactos, relaciones, trabajos, estudios en países diferentes al propio.
Los desafíos para la educación van desde el pluralismo cultural en la convivencia, que desborda la educación en la cultura de la comunidad donde nací y recibí la educación inicial, hasta la crisis de los hijos con padres emigrantes y la necesidad de conocer y asimilar la cultura de los países con los que mantenemos comunicación virtual.
La tercera gran fuente de desafíos apremiantes a la educación, sin duda la más sutil, se engendra en las profundas investigaciones del pensamiento humano, considerado como factor determinante del desarrollo y progreso humanos, estudiado e investigado desde la sicología, la neurología, la física de la energía y su impacto en las sociedades.
Los educadores no pueden ignorar que la sicología domina ya unos veinte tipos o modos diferentes de pensar y que desde la biología de las células Bruce Lipton ha descubierto, tras cuarenta años de investigación, que el pensamiento es energía, con poder incluso de regenerar las células (“Biología de las creencias”). Porque es energía, puede ser usado como arma defensiva y ofensiva, al mismo tiempo que es vulnerable y manipulable no sólo con estrategias psicológicas, sino también energéticas.
La conclusión más simple es evidente: Ante tanto desafío vigente, la educación tiene que actualizarse urgentemente, empezando por la revisión a fondo de los planes y programas de las Facultades e Institutos de Formación Docente para la formación y capacitación de los educadores profesionales.