La asunción de un nuevo gobierno debería ser un motivo de esperanza, y de expectativas de cambio. Frente a la situación actual de inseguridad que vive a diario la población y la escasa credibilidad de la que gozan las autoridades, resulta evidente que este deberá ser uno de los puntos centrales donde enfocar la gestión del nuevo gobierno.
Rescatando por un momento el lema promovido durante la campaña electoral que llevará a la presidencia de la República a Santiago Peña en unos pocos días, todos los paraguayos ansían estar mejor.
A la irrupción del crimen organizado en el cotidiano de la población, con acciones de sicarios en conciertos como el de San Bernardino en el 2022, o el asesinato de un presunto narco en el estacionamiento de un supermercado de la capital hace apenas unos meses, hechos que, sin duda, crean una grave situación de inseguridad, se debe agregar la violencia urbana que afecta todos los días a jóvenes, estudiantes y trabajadores en las calles y barrios del país. Los asaltos por parte de los denominados motochorros, la ola de robos que asolan vecindarios, la delincuencia que suele afectar a niños jugando en la vereda de su casa o a trabajadores que regresan a su hogar tras una larga y cansadora jornada laboral no deben ser normalizados. Esta no es la forma en que los paraguayos y las paraguayas quieren vivir.
Los hechos de violencia suceden en Asunción, en el área metropolitana, en el Departamento Central y en todo el país. Vivir encerrados y con miedo no es una alternativa; es por esa razón que todavía debemos mantener la esperanza de que las autoridades sean capaces de ofrecernos soluciones. Para que la población pueda desarrollar sus actividades más normales, como tomar tereré con el vecino en la vereda mientras los niños corren y juegan, salir a caminar por el barrio, aguardar el transporte público o caminar un par de cuadras al regresar del trabajo, con total seguridad.
Los paraguayos necesitan recobrar la confianza en su gobierno, y la certeza de que buscar su bienestar y su felicidad es el mayor objetivo de la gestión de las autoridades. Recuperar la credibilidad no será una tarea muy simple, aunque es absolutamente necesario. Esta tarea debe iniciarse asumiendo la realidad actual. Las nuevas autoridades deben acudir a los datos concretos, y solo a partir de ahí se podrán formular las soluciones.
En el Paraguay hay un hecho de inseguridad cada seis minutos. Pero lo más grave que señalan los datos oficiales del primer semestre del año es que los delitos de hurto, robos y otros son escasamente denunciados por la gente. Apenas un 30% presenta alguna denuncia, mientras que el 70% de las personas víctimas no lo hacen. Este dato nos habla de la que debería ser la principal preocupación de las autoridades: la falta de confianza. Además, los datos oficiales agregan que el 80% de las víctimas que denuncian no quedan satisfechas tras acudir a la Justicia.
Queda claro que los paraguayos no debemos renunciar a nuestro derecho a vivir una vida digna. El camino será sinuoso para las nuevas autoridades, ya que la realidad expone a diario que las estructuras de las instituciones del Estado no solo sobrellevan ineficiencia, sino también corruptelas.
No se podrá recuperar la confianza de parte de la ciudadanía si antes no se erradica la corrupción de nuestras instituciones, si antes no se termina con la influencia de poderosas organizaciones criminales que minan a las instituciones y la credibilidad del mismo sistema. Esperamos por todo eso que las autoridades asuman el gran desafío, por nuestro sistema democrático y por el bienestar que anhela la ciudadanía.