Según indicó el brasileño Andre Luis Da Costa, que trabaja en la Universidad Internacional de Florida (FIU), la investigación permitió comprobar que este componente orgánico es especialmente atractivo para las hembras de mosquito que buscan poner huevos.
Da Costa y otros científicos de FIU, la Universidad de Washington, la Universidad de Lund (Suecia) y la Universidad Federal de Alagoas (Brasil) diseñaron a partir de ese dato un contenedor que emite el olor, normalmente usado en la industria de la perfumería.
Así las hembras de los mosquitos Aedes aegypti, transmisor de enfermedades como el dengue, el zika y la fiebre amarilla, entran al contenedor y depositan los huevos en el agua que hay en su fondo.
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Un producto químico colocado en el interior las mata, al igual que a los huevos.
“Como esta molécula atrae a las hembras de mosquito a las trampas nos da la posibilidad de retirar los huevos de la naturaleza, ayudándonos a reducir la población de mosquitos”, dijo Da Costa.
Estos dispositivos dan la posibilidad de controlar de forma efectiva a la población de mosquitos y podrían ser usados para proteger aquellas zonas afectadas por enfermedades como el dengue o el zika.
El trabajo de campo se desarrolló en Miami y Brasil y demostró que, en determinadas cantidades, la geosmina atrae más a los mosquitos hembras que cualquier otras fuentes de agua.
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La geosmina es una sustancia química que se produce cuando el Streptomyces, un grupo de actinobacterias presentes en el suelo y la vegetación, se mezcla con el agua de lluvia, liberando ese olor tan característico a tierra húmeda.
Como producirla en laboratorio es difícil y caro, los investigadores sustituyeron la geosmina por pieles de remolacha y comprobaron que puede ser una fuente “barata y viable” para el control de mosquitos en países en desarrollo.
Los resultados de campo demostraron que, pese a que las pieles de remolacha contienen otros componentes químicos, se encontraron más huevos en los contenedores que las tenían que en los que no.
Por el momento, no se han realizado investigaciones sobre cómo la geosmina afecta a los machos de Aedes aegypti.
“Estamos intentando comprender cómo los mosquitos pueden detectar geosmina y qué receptores olfativos están involucrados en este proceso, por lo que continuaremos investigando”, aseveró Da Costa.