20 jul. 2025

Desatino

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A medida que suceden las elecciones, la calidad democrática se deprecia así como la representación política, no solamente en el Congreso, sino en los otros poderes del Estado. Con nostalgia se recuerda la formación, la racionalidad y la honorabilidad de varios miembros de aquella clase política que tomó el mando tras la caída de la dictadura. De hecho, la arquitectura constitucional y algunas leyes de convivencia democrática surgieron como fruto de grandes consensos políticos, pero especialmente porque había un acuerdo sobre la hoja de ruta a seguir, más allá de las diferencias partidarias. Había consensos básicos sobre un destino común.

Luego fue aumentando la brecha entre la democracia ideal y la democracia real, con crisis de representatividad (clase dirigente cada vez más alejada de la gente), concentración de poder y beneficios para los mismos privilegiados de siempre.

En este contexto, la oposición (entendida como la suma de fuerzas políticas, incluido el sector disidente colorado que coyunturalmente no esté en el poder) se congrega en bloques de facto en el Parlamento para controlar al poder, negociar o frenar al Poder Ejecutivo.

Tras las elecciones presidenciales pasadas, el escenario es otro, a raíz de los resultados electorales que dieron una victoria contundente a la ANR, incluso logró la mayoría propia en ambas cámaras. Con la experiencia de haber ejercido el poder de la República en el 2013/2018 y mantener una bancada sólida en la llanura durante la era Abdo Benítez (ANR), Horacio Cartes, comprendió cómo funciona la política y especialmente las debilidades de los políticos.

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Tanto que mantuvo a su lado a un bloque liberal funcional a su agenda (el llanismo).

Con su ahijado político en el poder y con el control absoluto del Estado, la hegemonía de Honor Colorado se consolida aplicando la misma fórmula, en medio del descalabro opositor que no logra aliarse en asuntos mínimos. HC tiene nuevamente a un bloque liberal que le obedece sin disimulo. Engulló a los legisladores de Cruzada Nacional (excepto a Yolanda Paredes, esposa de Payo Cubas y a dos diputados) y a miembros de otras bancadas no coloradas que tampoco hacen la diferencia, ya que entraron al Congreso como “opositores”, pero defienden la agenda del establishment colorado.

La fuerza de Fuerza Republicana está cada vez más debilitada.

Son muy pocas las voces que se alzan para defender a los sectores más vulnerables mientras la ola antiderechos, que parecía se iba a diluir terminada la campaña, peligrosamente va tomando formas legales.

SIN RUMBO. Numéricamente hablando, el PLRA sigue siendo el partido opositor por excelencia. Tiene la bancada mayoritaria en ambas cámaras del Congreso, pero no logra salir aún de su crisis interna. Tras la dura derrota electoral, los antiefrainistas borraron a Alegre del partido, mientras busca su cauce. Los liberales están probando nuevos liderazgos ya que ni Efraín ni Blas Llano marcan hoy los tiempos del partido. Sin embargo, la nueva cúpula liberal tampoco tiene control sobre sus parlamentarios que actúan en forma individualista y según sus propios intereses.

Los partidos menores, con mayor sustento ideológico, han reducido su representación a la mínima expresión, ya que el electorado optó por opciones nuevas, como el payismo, que finalmente se desintegró prematuramente por la pésima calidad de sus representantes que fueron co-optados por el cartismo a la velocidad de un rayo.

La semana deja espectáculos lamentables. Un diputado “opositor” que empuña la hipótesis del conflicto (con Argentina) para alimentar la necesidad del armamentismo por encima de los derechos sociales en el país más desigual del mundo. Tan desatinada fue su opinión que los propios cartistas (a quienes apoya habitualmente) criticaron su belicismo.

Una senadora “opositora”, surgida de la clase trabajadora migrante que se une a la ola antiderechos para borrar del glosario político la palabra género. Es quizá la peor traición de una mujer política que se suma, por convicción o ignorancia, a la línea del oficialismo que apunta a eliminar las políticas públicas con perspectiva de género que ayudan a miles de mujeres a salir de la discriminación social, económica y política.

Como si fuera poco, se dio una disputa tardía entre dos senadores opositores por fondos de campaña, el fracaso de la alianza y la supremacía electoral de unos sobre otros, en un espectáculo que alegró a los colorados.

En medio de este caos opositor, el cartismo se alista para tomar el Estado a sus anchas, sin discusión ni oposición. Como lo anunció el diputado Raúl Latorre señalando que el Presupuesto General de la Nación, la ley más importante que se aprueba cada año, se aprobará “a libro cerrado”, sin discusión, lo cual augura censura a las críticas.

Es apenas el inicio de la batería de leyes que tienen en agenda.

Los escasos opositores deben entender el rol histórico que les toca cumplir. De lo contrario, terminarán tragados por su propia incompetencia.

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