Tras las elecciones generales del domingo, a nuestro imperfecto sistema electoral solo le queda seguir todos los pasos legales para transmitir tranquilidad y transparencia a la ciudadanía que mira las protestas de candidatos que denuncian robo de votos.
La sorpresa de las elecciones no son los resultados en sí, sino la amplia diferencia entre las dos chapas mejor posicionadas. Ni siquiera hubo tiempo de digerir y analizar detalladamente cuáles fueron los factores que más incidieron en los votos por la continuidad de los colorados, que además estaban golpeados por trabas en el financiamiento tras la sanción de su líder Horacio Cartes de parte de Estados Unidos.
Entre los lamentos y festejos de votantes surgieron paralelamente focos de manifestaciones que luego fueron creciendo, eran los seguidores de Paraguayo Cubas, candidato que denunció fraude y llamó a la ciudadanía a no aceptar los resultados transmitidos por el Tribunal Superior de Justicia Electoral. Las protestas definitivamente son un derecho contemplado en la democracia, pero Cubas no es un defensor del sistema político que elegimos tras la caída de la dictadura, de hecho, durante su campaña había manifestado su interés en gobernar con las fuerzas militares y de disolver el Congreso Nacional.
Generar o aparentar el caos siempre fue su estrategia y aunque individualmente se presenta como un personaje disruptivo para convocar a ciudadanos y ciudadanas hartos de la clase política tradicional, su equipo en realidad está usando las vías legales para transparentar el juzgamiento de actas electorales.
Atípicamente, la oposición que siempre reconoció su derrota, ahora se sumó a Paraguayo Cubas y apoya su denuncia de fraude, aunque no presentaron mínimas pruebas de posibles delitos. Sí se detectaron varias irregularidades durante los comicios, sobre todo por el abuso del voto asistido, que solo está dirigido a personas con discapacidad, pero estas prácticas no pararon el proceso y tampoco forman parte del argumento de quienes cuestionan la legitimidad de los resultados.
Esta confusión incluso fue utilizada por los candidatos hombres del Frente Guasu, cuya única prueba es que “es imposible que Esperanza haya tenido más votos que Lugo”, cuando en realidad el liderazgo de Esperanza Martínez venía creciendo desde hace varios años, solo que sin ser reconocido por sus propios compañeros, quienes ahora no pueden creer que fueron superados en votos por la ex ministra de Salud.
Conformaciones. Al margen de la chapa presidencial, la conformación del Congreso Nacional sufrió modificaciones, pues en el nuevo periodo legislativo los colorados mantendrán la mayoría absoluta en Diputados, pero también coparon el Senado, donde sus proyectos para preservar sus intereses y blanquear prácticas corruptas tendrán más oportunidad de aprobarse frente a una oposición debilitada.
En el siguiente periodo también habrá un récord de representación femenina, con una participación de más de 20% en cada una de las cámaras. La Concertación tiene como representantes a Johanna Ortega en la Cámara Baja y a Esperanza Martínez en el Senado, quienes tendrán un complicado escenario al momento de discutir las políticas públicas para el país, teniendo en cuenta que, sobre todo, las mujeres opositoras son quienes más violencia política reciben.
Para ellas será crucial el acompañamiento de las bases, de sus votantes y de las organizaciones sociales que ven representadas en estas legisladoras sus demandas de mejor calidad de vida para todos y todas por igual.