El análisis del investigador del Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS) Fathi Namouni y de su colega en el UNESP de Brasil Helena Morais, publicado en la revista Mnras, prueba que esos otros 19 también orbitaron otra estrella antes de unirse a nuestro Sistema Solar.
Namouni y Morais fueron quienes presentaron a la comunidad científica a Ka’epaoka’awela, apodado Bee-Zed, y en esta ocasión destacan que las órbitas de los miembros de ese nuevo grupo, que gravitan entre Júpiter y Neptuno, solo pueden explicarse si no estaban en el Sistema Solar en el momento de su nacimiento, hace unos 4.500 millones de años.
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El CNRS recordó en su comunicado que aunque ciertos cuerpos interestelares solo pasan por nuestro Sistema, otros acaban por instalarse en torno al Sol.

Fue el caso de esos al menos 19, que al igual que Bee-Zed pertenecen a la familia de los centauros, asteroides ubicados entre gigantes gaseosos, que se comportan a veces como cometas y de los que los modelos informáticos no consiguen explicar o predecir sus órbitas.
Namouni y Morais recurrieron a una simulación informática “muy precisa” de sus órbitas que permitiera remontarse en el tiempo y hallar sus posiciones en el pasado.
Así esclarecieron que los 19 no pertenecían al Sistema Solar al principio de su vida, que, a diferencia de otros objetos “auténticos” de este, no orbitaban entonces alrededor de nuestro Sol.
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Su investigación apunta a que se situaban en un “plano perpendicular a los movimientos planetarios de la época” y que, debido a las fuertes interacciones gravitacionales, acabaron “capturados” por nuestro Sistema Solar.
Los dos científicos prosiguen ahora sus investigaciones en busca de qué tipo de acontecimientos habrían permitido la captura conjunta de varios cuerpos extrasolares.