El hallazgo, que fue publicado en la prestigiosa revista Science of the Total Environment, es “de especial relevancia en el marco del cambio climático, el deshielo de los polos y la crisis de resistencia a antibióticos”, explicó la universidad. Las bacterias descubiertas poseen genes que tienen resistencia a múltiples antibióticos y otras sustancias antimicrobianas, como el cobre, el cloro o el ya conocido amonio cuaternario, y que pueden fácilmente ser transferidos a otros microorganismos, como las bacterias patógenas (causantes de enfermedades), de acuerdo con la investigación.
“Parece no ser descabellada la idea de que estos genes puedan eventualmente llegar a bacterias que causen infecciones en humanos u otros animales, otorgándoles mayores capacidades de resistencia”, afirmó Andrés Marcoleta, líder de la investigación.
Estas bacterias y sus genes, además, “no se asocian a contaminación o intervención humana, sino que son parte de las comunidades microbianas propias de estos suelos antárticos”, agregó el experto.
Entre dichas bacterias se encuentran las Pseudomonas, que presentan alta resistencia a condiciones extremas y sustancias tóxicas y algunas de ellas causan enfermedades graves como la fibrosis quística, o las Polaromonas, que han sido previamente reportadas en ambientes polares urbanizados, como el metro en Siberia.
“Esto reafirma que el contacto entre bacterias propias de ambientes polares y bacterias patógenas ya está ocurriendo, lo que podría propiciar el intercambio de información genética entre ellas”, advirtió Marcoleta.
La investigación también revela que el cambio climático puede, de alguna manera, tener un impacto en la ocurrencia de enfermedades infecciosas, pues el deshielo expone microorganismos o información genética que permaneció congelada o enterrada por millones de años a un mayor contacto con humanos, animales y otros organismos, indicó la universidad.
“Ahora sabemos que en los suelos de la Península Antártica, una de las zonas polares más impactadas por el deshielo, habita una gran diversidad de bacterias, y que parte de ellas constituyen una fuente potencial de genes ancestrales que confieren resistencia a antibióticos”, agregó el experto.
El descubrimiento, por tanto, permitiría al mundo científico “adelantarse al surgimiento de posibles nuevos mecanismos de resistencia en enfermedades infecciosas y guiar el diseño de nuevos antibióticos”, concluyó el centro de estudios.