Esta especie, una larva de escarabajo y utilizada para alimentar a mascotas, posee una enzima bacteriana en su intestino que le permite digerir y alimentarse de este termoplástico, de acuerdo a la investigación publicada en la revista científica Microbial Genomics, que busca usar estas proteínas para el reciclaje.
“Son capaces de sobrevivir con poliestireno durante todo su ciclo de vida”, dijo a Efe Chris Rinke, uno de los autores del estudio y experto de la Universidad de Queensland.
El científico señala que estas larvas son como una especie de “miniplantas” de reciclaje que trituran este material plástico con la boca para después alimentar a las bacterias de su intestino.
Las características del estómago de estas larvas pueden contribuir a resolver uno de los problemas más graves de la economía global, que produjo cerca de 360 millones de toneladas de plástico en 2018, material que suele ser arrastrado a los océanos y provoca un fuerte impacto en los ecosistemas.
En su búsqueda por diseñar enzimas que ayuden a degradar residuos plásticos mediante un proceso en el que se combina la trituración mecánica y la biodegradación enzimática, los científicos separaron a las larvas en tres grupos: a uno lo alimentaron con salvado, a otro con espuma de poliestireno y al último lo dejaron sin comida.
“Queríamos asegurarnos de que después de comer poliestireno puedan desarrollarse como pupa (similar a la crisálida de mariposas) y escarabajos”, manifestó Rinke, al referirse a estos insectos que pueden alcanzan entre 5 a 6 cm en su tamaño máximo y son nativos de Centroamérica y la zona septentrional de Sudamérica.
Si bien la capacidad de estos insectos para ingerir plástico no es algo nuevo para la ciencia, esta investigación aporta el uso de una nueva técnica metagenómica mediante la cual se extrae “todo el ADN de los microbios del estómago para secuenciarla y catalogar todas las enzimas codificadas” y el análisis integral de toda la comunidad de enzimas, explicó Rinke.
Los científicos de la Universidad de Queensland (UQ) y la Universidad Tecnológica de Queensland, consideran que este proceso ayudará a que el material producido por la descomposición pueda ser utilizado posteriormente por otros microbios para crear bioplásticos, entre otros compuestos, según el comunicado de UQ.
El proyecto científico no pretende usar millones de este tipo de gusanos para los procesos industriales de reciclaje a gran escala sino buscar la manera de utilizar de la mejor manera las enzimas en procesos para tratar los plásticos.
“Queremos replicar lo que pasa en el estómago del gusano”, precisó Rinke al agregar que espera producir las enzimas y extraer las proteínas en el laboratorio a gran escala “para un uso más eficiente” de aquí a unos cinco a diez años.