Por Susana Oviedo y Andrés Colmán Gutiérrez
Unos 8 años atrás las denuncias por negligencia médica “eran rarísimas”, según el doctor Pablo Lemir, director de Medicina Legal y Ciencia Forense del Ministerio Público. En la actualidad, en cambio, se nota un incremento, pese a que en el país hasta el presente no hay una ley que regule el ejercicio de la profesión médica y tampoco existen los juicios por mala praxis o negligencia.
Por eso, desde el punto de vista legal, explica, la forma de demanda para ese tipo de actos son de homicidio culposo, si hay resultado de muerte; o lesión culposa, si no hay tal resultado, o la omisión de auxilio.
Desde el punto de vista civil, la demanda es por resarcimiento o por incumplimiento de contrato.
Desde el punto de vista estadístico, en el último semestre del 2009 la dependencia a su cargo realizó 31 juntas médicas; y de enero a octubre del 2010, 47 más. Las juntas médicas se constituyen cuando se formula una denuncia y el fiscal llama a junta médica. “A veces, ni siquiera se llega e esto”, aclara. ¿La razón?, porque un porcentaje altísimo de los casos que se denuncian, no tienen que ver con negligencia, imprudencia, impericia o la omisión de los deberes del cuidado, sino producto de un problema comunicacional del médico hacia el paciente.
“Los pacientes muchas veces demandan por la sencilla razón que no sabe qué fue lo que pasó. El 60 a 70 % de las demandas no se deben a situaciones de mala praxis sino a que el médico no se dignó a explicar la situación al paciente y a sus familiares”, dijo.
EL DIOS. Para el doctor Lemir, esto sucede porque hay médicos que siguen creyendo, como a principio del siglo XX, “que es Dios y que no tienen por qué bajarse al nivel del pueblo para explicar la situación. Este es uno de los graves problemas por los cuales hay mucha demanda”, aclara.
Aunque admite que también hay casos de negligencia propiamente, “cuando en vez de utilizar el clavo que corresponde en una cirugía traumatológica le ponen un alambre al paciente, como ya se ha dado”, cuenta.
CALIDAD PARA EL DOCTOR LEMIR, LA MALA PRAXIS TIENE MÚLTIPLES CAUSAS. Entre ellas, cuando la medicina se sustenta solo en el afán de lucro, sin importar la calidad del servicio, lo que a su vez, se relaciona con el problema de la formación del personal.
“Hace poco más de 15 años, teníamos solo dos facultades de Medicina: La de la UNA y la de la UC en Villarrica. En este momento, en el último recuento que hicimos detectamos 15 facultades de Medicina, a las que hay que agregar los jóvenes que estudiaron en Cuba, los que, sin ánimo de menospreciarlos, en realidad son enfermero mbarete porã nomás”.
En su opinión, estamos ante un problema de la calidad de la educación de los médicos. A lo que hay que sumar otra dificultad: El personal de enfermería que está bien capacitado se va a trabajar a Italia, mientras en nuestro país sigue habiendo “una proliferación infernal” de escuelas de Enfermería. Con todos estos antecedentes, dice, es indudable que la calidad del personal es baja. “Un personal de baja calidad y masificado es barato. Ese es el otro gran tema”, advierte.
En su análisis del contexto en el que puede producirse negligencia médica, Lemir agrega que en la relación médico-paciente, que antes era directa, actualmente entró un tercer actor: las empresas de medicina prepaga.
Ahora, explica, el paciente le paga a un seguro y este es el que a su vez paga al médico. “Resulta que esa empresa de pronto le dice al médico que no haga tantos estudios (análisis, ecografías, etc.), porque eso le cuesta plata a la firma. Obliga al médico a una atención de baja calidad en cuanto a los estudios que debe hacerse. Le paga, según el seguro, entre 15 a 25 mil guaraníes por paciente de una consulta que cuesta cien mil”, describe. En estas circunstancias, el médico masifica para mejorar el ingreso.
Masificar significa atender 15 minutos a cada paciente. “Esto sirve para que uno se siente y le diga el médico: ¿Qué tenés? Ni siquiera te mira. ¿Cómo le vas a pedir a ese médico que se tome el tiempo de explicarte?”, insiste Pablo Lemir.
PROCEDIMIENTO. La junta médica es una evaluación o pericia documental, desarrollada por médicos especialistas. Se ordena, una vez que se cuente con la autopsia y la historia clínica, que surgen una vez radicada la denuncia ante la fiscalía.
Su realización puede darse por resolución fiscal, o a través de una solicitud del fiscal al juez de garantía.
Una vez conformada la junta médica, con peritos que representen a las partes, se reúne y produce un dictamen.
“Con ese dictamen, el fiscal decide si imputa o acusa. Si la flagrancia es demasiado grande, ya en el estadio de la investigación se imputa, en tanto que con el dictamen, se acusa”, explica el doctor Pablo Lemir. Si como resultado de un acto de irresponsabilidad médica muere un paciente, se está ante un homicio culposo, lo ideal es ir a autopsia.
El fiscal puede pedirla como anticipo jurisdiccional de prueba o plantearla como acto investigativo. En el primer caso, depende de un juez. En el segundo, ordena directamente al forense.