Poco antes del secuestro, tanto Cecilia Cubas como Silvia presintieron que estaban siendo vigiladas, pero después de un tiempo, parecía que todo calmó. “No creés que eso te puede pasar”, expresa.
Ella atesora hasta ahora los momentos junto a su hermana. “Realmente la relación que teníamos era la mejor. Nos entendíamos con la mirada. Cecilia en realidad era una luz en el lugar donde estaba, ella era la alegría, era todo lo bueno”, recuerda.
Para Silvia, su hermana “marcó un momento histórico para el país”, demostrando que incluso ante el dolor más grande, todos somos iguales. “Es un símbolo de lucha ante la injusticia”.
Sin embargo, todavía existe una deuda para la familia, porque hay prófugos y números de teléfonos de personas no identificadas.
“Decir que no se hizo nada es injusto, porque desde el hecho de que hay capturados, el Estado hizo; pero es irresponsable decir que no hay nada para hacer cuando hay desaparecidos. Esa es una deuda demasiado grande del Estado”, resalta Silvia.