La matanza de los 5.000 camellos duró unos cinco días. Los animales fueron sacrificados a causa del riesgo que representaban. Con la muerte de los camellos se evitó su llegada a comunidades indígenas situadas en el sur del país.
Los aborígenes del Estado de Australia del Sur advirtieron de la existencia de grandes rebaños de camellos que se acercaban a las localidades rurales en busca de agua y comida, debido al calor sin precedentes registrado en el país.
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De acuerdo con autoridades locales, los animales ponían en peligro la escasa comida y agua que se halla en el lugar. Además, afirmaron que existe una desinformación con respecto al caso de los animales salvajes que no son nativos de la zona, informó el portal TN Noticias.
La medida solo pretende proteger los valiosos y escasos suministros de agua para las comunidades y preservar las vidas humanas, incluyendo niños y ancianos, explicaron. También se pretende conservar la flora y fauna autóctona del lugar. Según un responsable aborigen, los camellos tienden a quedarse atrapados en los pozos con agua, donde mueren y terminan contaminando el líquido vital.
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Debido a la decisión de sacrificar a dichos animales, muchas personas se pronunciaron en redes sociales repudiando el acto. Inclusive, se creó una petición pública para solicitar a las autoridades australianas que se detenga la muerte de los animales. “Por favor, ¡firma esta petición para salvar vidas inocentes!”, versaba el pedido que llegó a las 120.000 firmas.
En Australia, los camellos fueron introducidos por primera vez en el año 1840 para la exploración del interior del país. Décadas más tarde fueron importados unos 20.000 de la India.
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Actualmente Australia posee la mayor población de camellos del mundo, más de 1 millón de acuerdo con expertos. Los animales son considerados una plaga porque contaminan las fuentes de agua y pisotean la flora en su búsqueda de comida.
Australia vivió en 2019 uno de los años más calurosos desde que se llevan registros. Debido al calor extremo se vive también una sequía extrema y una ola de incendios que dejó devastado el sureste del país y que aún es latente.