Esto, durante la misa central del tercer domingo de Cuaresma en la Basílica de Caacupé. ‘‘Vemos todos los días motochorros, asaltantes, ladrones, lo que están causando una ola enorme que corren por nuestras calles y a veces nos desesperan y sí, nos roban y en algunos casos matan también”, expresó el obispo.
Recordó que los mandamientos son como diques de contención que protegen la sociedad de la injusticia y el mal. ‘‘ Una vez se vino con una intensa lluvia en todo el país, se rompieron rutas, puentes, diques de contención y algunas poblaciones fueron sumergidas por avalancha de agua, barro, cobrándose varias víctimas. Hace como dos años más o menos. Nosotros mismos vemos lo que sucede en la sociedad cuando se quebrantan sistemáticamente ciertos mandamientos’’.
Instó a los fieles a examinar sus acciones y a comprometerse a cumplir todos los mandamientos, no solo algunos selectivamente. ‘‘Los diez mandamientos deben ser cumplidos íntegramente, no se puede cumplir cinco y luego violar los otros cinco o incluso uno solo de ellos’’.
También invitó a reflexionar sobre la relación del culto en nuestra vida, es decir, la vida moral y la vida de santidad, pidiendo dejar de presentar ofrendas inútiles, porque Dios no puede soportar que se esté con él y con el diablo.
‘‘Si en nuestras manos chorrean sangre o violencia, si no buscan la justicia y no socorren al oprimido. Si nuestras acciones no reflejan amor y respeto por los demás, nuestro culto puede ser inútil”, advirtió. Además, meditó sobre el significado de la purificación del templo por parte de Jesús, destacando la importancia del amor a Dios y al prójimo como el núcleo de la fe. Los mandamientos son una expresión de ese amor y cuidado de Dios por la humanidad, por lo que deben ser cumplidos en su totalidad.