En entrevista en el programa Va con Onda, conducido por Luis Bareiro en la Monumental 1080 AM, una mujer, bajo el nombre ficticio de María, relató los pormenores que la llevaron a ser esclava sexual en la casa del coronel Popol Perrier para ser abusada por personeros del stronismo y el propio dictador, así como lo difícil de su vida luego de dichos sucesos y cómo hasta ahora arrastra el trauma. A continuación, detalles de la entrevista llevada a cabo ayer.
La mujer relató que siendo una niña su madre le entregó a una mujer llamada Carolina, que era empleada del coronel Perrier, y esta la llevó a la casa del mismo, donde conoció a otras niñas que sufrieron la misma desgracia de ser esclavas sexuales de los personeros de la dictadura de Alfredo Stroessner, quien encabezaba esta práctica abominable.
Rodolfo Popol Perrier era un poderoso militar cercano al dictador, a quien proveía de niñas para que este abusara sexualmente de ellas. Es tío abuelo del actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez, ya que es el tío de su madre Ruth Manón Benítez Perrier.
CALVARIO. Las penurias sufridas por María como esclava sexual del stronismo la siguen y seguirán por el resto de su vida, pero el relatar su historia, primero en el audiovisual Calle de silencio, significó para ella un aspecto liberador de alguna manera, según señala.
“Me gustaría que la gente sepa, duele volver a contar todo eso, pero es digno de ver y saber qué es lo que pasó… Yo le miro a mi nieta y ruego que no vuelva a ocurrir eso en nuestro país… Esto no se supera, se sobrevive, se arrastra, tengo secuelas hasta en mi vida íntima, y duele, pero hay que ser fuerte. Yo nací recién el 17 de diciembre del 2017 cuando se estrenó el video (Calle de silencio) y mi hijo mayor se sentó a mi lado, le llevé a ver, y me tomó de la mano y me abrazó, yo estaba de incógnita, y me dijo: ‘Te amo más, mamá’. Ahí nací, tengo 54 años y no viví hasta ese día”, relata.
Contó que en la casa de Perrier vivían varias niñas de entre 11 y 14 años de edad, y a ella le tocaba dormir con el comandante Perrier. Detalló que la casa era muy grande, pero que ellas no tenían mucha comodidad, esta era una de las diversas casas que tenía el militar para albergar niñas a ser abusadas.
“En Itá Enramada recuerdo que sí había unas chicas de unos doce años que eran bañadas por una encargada y con ellas tenía relaciones sexuales el presidente (Alfredo Stroessner), es lo que yo llegué a ver, eran cuatro niñas”, dijo.
Relató que vivió dicha situación por años hasta que en 1985, cuando tenía casi 20 años, se escapó y viajó a España con quien sería su esposo. Dijo que aún así el coronel Perrier logró enviarle un mensaje diciéndole que le entregaría “lo que es suyo”, pero respondió que bajo ninguna circunstancia iba a volver, “ni por todo el oro del mundo”.
EL DICTADOR. Detalló que en un momento de su vida apareció una mujer de apodo Coca, quien fue la que la llevó junto al dictador Alfredo Stroessner cuando tenía cerca de los 15 años para que este abusara de ella sexualmente.
“Mi mamá me dijo que me iba a ir con la señora y que debía comportarme como gente. En el camino la señora me decía que debía ser obediente con el señor, que resultó ser el presidente”, dijo.
Como ya era abusada por Perrier, le dieron un líquido para que se colocara en la vagina, de manera a simular que era virgen. Dijo que no se le permitía tocarle y que en un momento implicó un escándalo cuando le tocó la nariz al dictador, donde sintió sus costras.
“Fue solamente una vez (con Stroessner)... Las niñas que tenían relaciones con Stroessner eran traídas de afuera... las cuatro veces que yo vi que el presidente tenía relaciones con niñas ocurrieron en Itá Enramada”, dijo la mujer, con la voz entrecortada.
Señaló que las niñas que traían al dictador venían en lanchas, las bañaban y vestían con camisones y luego las entregaban para ser abusadas por Stroessner.
María también comentó que en esos años no entendía bien lo que pasaba y que recibía instrucciones de su madre para que fuese obediente y sumisa, que perdió el colegio y que la trataban de prostituta cuando la veían subir a algún auto de lujo hasta que se escapó y huyó a España, pero aún así siguió arrastrando el infierno que vivió en carne propia en Paraguay.