Se suponía que el desarrollo económico en los países tendría como efecto el alcance de la igualdad, pero la pandemia del Covid-19 nos atrapó en medio de la interminable búsqueda y nos obligó a reflexionar ante tantas evidencias que no hacen más que demostrar contradicciones en el modelo económico actual.
Los datos oficiales indican que Paraguay terminó el 2020 con la menor caída del producto interno bruto con relación a los demás países de la región, mediante una gran contribución de la agricultura extensiva y la construcción. Una de las características del primer sector es que no tiene un impacto importante sobre el empleo, mientras que el segundo sí, pero mucho tuvo que ver la intervención del Estado con la fuerte inyección en las obras públicas.
En cuanto a la evaluación de la realidad de los hogares, la encuesta del Instituto Nacional de Estadística encontró que en el mismo año la pobreza aumentó 3,4% con el hallazgo de 2.000.000 de personas que viven en dicha situación. La misma institución reconoce que la cifra pudo ser mucho peor sin los programas de asistencia social estatal como Pytyvõ y los implementados anteriormente como Tekoporã y la pensión para adultos mayores. Pero a estas medidas se suman también las que fueron otorgadas a las empresas alcanzadas por los efectos económicos de la pandemia.
Estas experiencias demostraron que el Estado tuvo una fuerte participación para hacer frente al impacto del libre mercado en que la oferta y la demanda marcan las pautas, mientras que también se destacaron las acciones colectivas como el caso de ollas populares que cumplieron un año de continuo trabajo y las redes solidarias que llegan a pacientes y familiares.
De esta manera la inutilidad de las ideas del neoliberalismo para salvar a la población de esta crisis quedaron complemente expuestas, aunque la individualidad, el narcisismo, la falta de solidaridad, de comunidad y desconfianza hacia la idea de lo público –como lo describe el docente e investigador, Pablo Gentili, en una de sus clases del Consejo Latinoamericano en Ciencias Sociales– siguen vigentes y sus expresiones las observamos día a día.
En un solo ejemplo podemos encontrar uno de los comportamientos egoístas más indignantes en este contexto pandemia. Y es que a la ineficiencia estatal para la compra y aplicación de las de dosis anti-Covid se sumó la “vacunación vip” que benefició al ex gobernador de Guairá, Rodolfo Friedmann Cresta; a la senadora colorada Mirta Gusinky; así como a los concejales patriaqueridistas de Loma Plata Franklin Klassen y Willy Toews y; de Unace, Erico Dacosta.
Ninguna de estas figuras reúne los requisitos para acceder a las vacunas y a pesar de los intentos por justificar esta apropiación ilegal basada en el tráfico de influencias, los hechos son tan indefendibles que ya provocó la renuncia de Gusinky. Significa un escaño menos para las mujeres que accedieron a ese espacio de poder, teniendo en cuenta además la destitución de María Eugenia Bajac hace un año, también por violar disposiciones sanitarias en el marco de la pandemia. Del mismo periodo parlamentario fueron destituidos y obligados a renunciar por actos de corrupción seis legisladores hombres.
Al parecer la lista de infractores continuará, ya que la ciudadanía está actuando de contralora y gracias a la Ley de Transparencia que permite el acceso a datos públicos, se van filtrando más casos con sospechas de irregularidades en las inmunizaciones. Mientras seguiremos discutiendo sobre qué modelo queremos para nuestro país.
Hay quienes ven un fuerte golpe al capitalismo en el mundo como Slavoj Zizek, quien llama a la reorganización de la economía global, en tanto que las advertencias de Byung-Chul Han apuntan a su continuidad y con mayor pujanza, en medio de gobiernos aún más autoritarios que retornaron a las prácticas coercitivas, usando como excusa la pandemia.