Me gustaría en estas breves líneas desmitificar algunas de las especulaciones y aclarar informaciones que giran en torno a este asunto.
Primero y fundamental, la nueva calificación crediticia refleja un bajo riesgo de incumplimiento en los bonos en dólares de la República del Paraguay, es decir, en los bonos emitidos por el Estado y agencias del Estado que tienen un “riesgo similar” como, por ejemplo, los bonos de las rutas PY02 y PY07, y los de la Agencia Financiera de Desarrollo. Tangencialmente, beneficia al sector privado.
Ahora bien, los bonos internacionales de la República ya contaban con una alta demanda antes del anuncio del pasado 26 de julio. De algún modo, el mercado está anticipando el grado de inversión por los bajos niveles de retorno que los inversores demandan de nuestra deuda. Tras la noticia, al cierre del lunes 10 de agosto, el bono con vencimiento en 2026 aumentó aproximadamente un 1,5%, el bono 2033 subió un 2% y, finalmente, el bono con el vencimiento más lejano, bono 2050 experimentó un incremento del 3%. O sea, unas pequeñas mejoras en la cotización, en un contexto de “rally” de todo el mercado de bonos soberanos en América Latina a raíz de la baja de tasas de la Reserva Federal (FED).
En cuanto al sector privado, la ventaja que se abre para las pocas empresas paraguayas que cotizan bonos en mercados internacionales es que ahora no están “limitadas” por el riesgo soberano para alcanzar su propio grado de inversión. Las actuales cotizantes, Telefónica Tigo Paraguay, Frigorífico Concepción y Banco Continental, acceden a los mercados de bonos en el exterior. Tras la suba de calificación en el riesgo país, estas compañías locales ya pueden ver un incremento en su calificación crediticia. El ejemplo de ello es el Banco Continental, que en poquísimos días ya recibió su calificación de grado de inversión por parte de Moody’s. Esto significa que el Banco Continental ya estaba en condiciones para obtener el grado de inversión, pero se encontraba limitado por el “techo” impuesto por el riesgo país, un aspecto ya mencionado en el artículo “¡Country Ceiling, Santo Cielo! ¿Qué es eso?”, publicado en Última Hora, el 11 de diciembre del año pasado.
Ahora bien, la calificación de riesgo crediticio ya no es el único aspecto relevante a la hora de invertir en bonos. El presidente Santiago Peña, en su primer mensaje a la ciudadanía, habló de un “desarrollo justo, sostenible y sustentable”. Y tiene razón: los ratings de sustentabilidad, otorgados por agencias calificadoras especializadas, son hoy tan importantes como los ratings de crédito. Contar con calificaciones de Ambiental, Social y Gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) permite al país y a sus empresas acceder a financiamiento en mejores condiciones, con tasas de interés más bajas debido a la seguridad en los pagos y mayor liquidez, ya que facilita la compra o venta rápida de los títulos.
Esto es fundamental para los inversionistas internacionales, especialmente para aquellos que solo pueden invertir en activos considerados “seguros” o de “bajo riesgo”. Ahora bien, tampoco se debe olvidar que para que un inversor institucional pueda comprar bonos “grado de inversión”, requiere que al menos dos agencias calificadoras otorguen esta calificación. Todavía no estamos allí. Veremos qué hacen las otras agencias calificadoras S&P y Fitch en los próximos meses.
Se ha mencionado mucho sobre la inversión extranjera directa (IED) y el potencial efecto multiplicador que podría tener tras la mejora de la calificación. Sin duda es positivo y suma para la percepción del país con una macro seria y sustentable. Sin embargo, Brasil es un país que carece de grado de inversión y presenta problemas de déficit fiscal creciente, pero es la economía regional que más IED atrae. El buen desempeño de la IED no siempre está relacionado con la calificación crediticia. Chile es el país con mejor calificación en la región; sin embargo, ha visto disminuciones de IED y hasta salidas de capital en los últimos 24 meses.
Es un gran logro que el país haya obtenido esta calificación, pero aún queda trabajo por hacer para que las otras agencias mejoren la calificación de riesgo país. Como bien señala el experto en inversiones Óscar Mersan (H), existen varios desafíos que deben superarse para garantizar que las inversiones funcionen de manera eficiente. Estos desafíos son principalmente de naturaleza legal y administrativa, el famoso “red tape” o cinta roja, que incluyen la agilización de registros, la obtención de licencias, la reducción del tiempo de apertura de empresas, y la modernización y digitalización de procesos.
Así que, mi querido lector, llegar a grado de inversión es sin duda una meta alcanzada y a celebrar, pero a la vez marca un nuevo comienzo para poder realmente monetizar esta oportunidad. Como dijo Giambattista Vico en “Principi d’una scienza nuova intorno alla natura delle nazioni” (1744), es “corsi e ricorsi”: La historia del Paraguay no avanza de forma lineal empujada por el progreso, sino en forma de ciclos. Comenzamos un nuevo ciclo de prosperidad y una espiral virtuosa “si somos serios”.