15 oct. 2024

Despierten, senadores y diputados

Tener un problema es una coyuntura que todos experimentaremos en varios momentos de la vida... Generar un problema ya es una insensatez que todo ser humano debería evitar en nuestras cortas vidas. Pero generarte un problema e incluir a toda la población y al país es una gran insensatez que ya demanda pagar un precio en tu gestión. Pues además afectará negativamente a varias generaciones en el país.

Tener poder otorgado por procesos democráticos no habilita a una persona a atribuirse derechos de generar problemas para la sociedad. Evitar esto se llama responsabilidad.

La gran diferencia entre un actor que se sienta en la silla del poder y cree que su gestión consiste en hacer lo que a él se le ocurre y le interesa, y otro que primero analiza el contexto total, escucha varias posiciones en forma abierta y sincera, examina y se instruye en entender las posibles consecuencias de su acción se denomina madurez con sabiduría.

Un senador o un diputado deben ser los actores representativos para mejorar el marco legal que nos rige. Son la cara visible de la seriedad del país en cuanto a la validez objetiva de leyes. Hay muchos ejemplos en la región de comportamientos correctos e incorrectos, pero es preocupante cómo cada vez vemos más decisiones por una amplia mayoría en el Congreso que tienden a sancionar leyes que responden a intereses muy particulares. Y que acaban afectándonos perjudicialmente en materia de desarrollo humano y estratégico del Paraguay.

Y, a la vez, producen un efecto de indignación en la mayoría de la población. Y, sobre todo, de descalificación de aquellos que hoy nos están evaluando para determinar si somos o no un país confiable para invertir.

Es difícil entender por qué una gran mayoría en el Congreso no puede entender que están en otro tren y no en el que estamos subidos hace ya unos años la inmensa mayoría de los paraguayos.

El Poder Ejecutivo está desarrollando una gestión intensa, clara y precisa de poner en la agenda los elementos que requerimos para darnos la imagen de un país serio, ordenado y coherente en su marco legal. Donde las instituciones funcionan y defienden el marco legal vigente. El Legislativo no debe ser una excepción en su actuar, pues rinde examen de legitimidad en forma sostenida.

En el sector privado hemos construido desde hace más de dos décadas una conciencia de las acciones y esfuerzos destinados a lograr un beneficio colectivo que es tener un país viable y sostenible para todos los paraguayos…, “todos” incluyendo la clase política. En la coyuntura actual, el mensaje que da el sector político es que son muy pocos los que piensan que están en un barco llamado Paraguay que nos involucra a todos. Vemos un Congreso que no es el mismo del pasado en calidad y honorabilidad. Hemos podido construir juntos el mapa de acciones y objetivos entre los interlocutores de la sociedad civil, el sector administrador del Estado, el Legislativo y el Poder Judicial para poner en blanco y negro el Paraguay que queremos.

Tenemos un claro mapa de acciones de organizaciones, como la CAF, el BID, el Banco Mundial, de lo que debemos conseguir como país para construir mayor dignidad y sostenibilidad. Tenemos el informe indicativo de la primera calificadora de riesgo en lo que queda pendiente y va a ser monitoreado en nuestra evolución de grado de inversión. Pero debemos ser claros: vemos en este Congreso una falta de identificación con su rol principal de acciones coherentes, que es legislar para los intereses generales de la Nación.

Es grande la indignación de muchos compatriotas que luchan por sacar su empresa adelante por Ley de la Jubilación vip de miembros del Congreso. Ni qué decir ante los nombramientos en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, y como último, la iniciativa de control hacia el sector de la sociedad civil con la Ley de Control y Transparencia de las oenegés.

Aquí, lo decisivo es distinguir irrefutablemente cuál es el rol del Congreso. Porque si no podemos hacer que juegue el partido más importante para que podamos entrar al selecto grupo de países que tienen una imagen seria, una consistencia en leyes coherentes con el objetivo principal de que la institucionalidad sea del primer mundo, tenemos un gran problema. No podemos permitirnos un poder del Estado que nos lastre en nuestro destino de ser el mejor país de Latinoamérica para vivir, trabajar y prosperar. Al final, solo son personas, no son dioses.

Más contenido de esta sección