El Journal explica que una azafata tocó involuntariamente un interruptor situado detrás del asiento del piloto, que suele estar cubierto, mientras servía la comida, y eso activó una función automatizada que empujó al piloto hacia los controles e hizo que el avión cayera en picado.
El diario, que atribuye esa información a funcionarios conocedores de la investigación preliminar sobre el incidente, también recoge una nota interna de Boeing a los operadores de sus aviones 787, en la que recomienda inspeccionar los asientos de la cabina y los interruptores.
La nota hace referencia a la “tapa” de un interruptor “suelto o desprendido” que “potencialmente puede empujar con fuerza” al mismo, dando lugar a “un movimiento del asiento no intencionado”, aunque no indica si la tapa en cuestión tuvo algo que ver con el percance del vuelo de Latam.
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El desplome repentino del Boeing 787-9 Dreamliner de Latam Airlines que volaba de Sídney (Australia) a Auckland (Nueva Zelanda) a centenares de metros de altura está siendo investigado por las autoridades.
Según la página Flightradar, el avión se precipitó unos 100 metros cuando había cubierto unas dos terceras partes de su ruta, cayendo repentinamente de una altitud de 41.000 pies a unos 40.692.
Unas 50 personas resultaron heridas y 12 de ellas hospitalizadas, entre las cuales hay una con pronóstico grave y el resto con heridas moderadas y leves.
Fuente: EFE.