14 nov. 2024

Desprecio humano por la naturaleza causó pandemia, asegura experta

El desdén al entorno natural por parte del hombre originó la pandemia del coronavirus, según la primatóloga británica Jane Goodall. Cree oportuno cerrar el mercado de animales salvajes en Oriente.

Sueltos. Ante ausencia de gente, jabalíes cruzan y se pasean en calles del barrio Carmelo de la ciudad norteña de Haifa, Israel.

Sueltos. Ante ausencia de gente, jabalíes cruzan y se pasean en calles del barrio Carmelo de la ciudad norteña de Haifa, Israel.

El “desprecio” al entorno natural por parte de la humanidad causó la crisis del coronavirus, según estima la famosa primatóloga británica Jane Goodall, de 86 años, quien dedicó su vida a la defensa de los animales y el medioambiente.

Con la crisis actual, explica, es necesario que el hombre aprenda de sus errores e intente evitar nuevas catástrofes que afecten al mundo.

“Nuestro desprecio por la naturaleza y nuestra falta de respeto por los animales, con quienes tendríamos que compartir el planeta, son los causantes de esta pandemia, presagiada desde hace mucho tiempo”, dice la especialista.

“A medida que destruimos los bosques, por ejemplo, las diferentes especies de animales que viven en ellos se ven obligadas a desplazarse y las enfermedades pasan de un animal a otro. Y este otro animal, obligado a estar más cerca de los humanos, puede quizás infectarlos”, afirma.

ANIMALES SALVAJES. Con respecto al mercado de animales salvajes en el Oriente, la especialista británica muestra una gran preocupación.

“También son los animales salvajes cazados, vendidos en los mercados en África y Asia, especialmente en China, y nuestros criaderos intensivos, donde se hacinan cruelmente miles de millones de animales en el mundo. Estas condiciones brindan la ocasión a los virus de pasar entre las especies y llegar a los humanos”, aclara.

Asimismo, aplaude la iniciativa de la clausura de estos espacios. “Es realmente bueno que China cerrara los mercados de animales vivos. Es una prohibición temporal, que esperemos se haga permanente y que otros países asiáticos adopten. Pero en África será muy difícil dejar de vender carne de caza, porque mucha gente depende de ello para su sustento”, informa Goodall.

Asimismo, plantea una reflexión de cómo seguirá la caza de animales, “porque no se puede impedir a alguien hacer algo cuando no tiene dinero para vivir o para sustentar a su familia”. Insiste en que la pandemia “al menos enseñará qué hacer para evitar la próxima”.

CUIDADO. La experta recalca la necesidad del cuidado de la naturaleza y su conservación. “Tenemos que entender que formamos parte del mundo natural, que dependemos de él, y que destruyéndolo, robamos el futuro a nuestros hijos. Espero que a raíz de esta respuesta sin precedentes, estos confinamientos impuestos en el mundo, cada vez más gente abra los ojos y empiece a pensar en otros modos de vida”, puntualiza la experta.

Subraya que el mundo puede hacer algo que tenga un impacto cada día, “si piensa en las consecuencias de las pequeñas elecciones diarias, que van desde lo que comemos, de dónde viene, si provocó crueldad contra algún animal, si procede de la agricultura intensiva –que es la mayoría de los casos–, si es barato gracias a la explotación infantil, si su producción dañó al medioambiente, cuántos kilómetros recorrió, si caminamos en lugar de usar el auto”.

En tanto, expone que las personas pobres no pueden elegir entre estos dilemas éticos o plantearse sobre estas cuestiones, ya que “deben hacer lo que pueden para sobrevivir”.

“(Los pobres) cortarán el último árbol porque están desesperados para hallar tierra donde plantar alguna cosa para comer. Lo que podemos hacer en nuestra vida depende de quiénes somos, pero todos podemos marcar la diferencia”, apunta Goodall.

Estas declaraciones las vertió en una conferencia telefónica con motivo del estreno del nuevo documental de National Geographic titulado Jane, un mensaje de esperanza.


Jabalíes se pasean por las calles
Cientos de jabalíes, animales habituales del paisaje de la ciudad norteña de Haifa, en Israel, ahora se pasean libremente por las calles ante la ausencia humana debido al confinamiento obligatorio que rige en ese país. Familias de jabalíes suelen venir a esta ciudad del norte de Israel, y su alcaldesa Einat Kalisch-Rotem ya prohibió en el pasado su caza, en nombre de los derechos de los animales.
En Haifa, tercera ciudad de Israel con 300.000 habitantes y ubicada al pie del Monte Carmelo, viven jabalíes, zorros, chacales y otros animales salvajes, todos ellos protegidos por leyes israelíes. Adeptos a plantas salvajes, los jabalíes suelen hurgar las basuras para buscar algo de comida y bajan por las noches desde hace tiempo a la ciudad, aunque ahora, por la pandemia, se los ve incluso de día. AFP

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