Los nuevos avances en el abordaje de la enfermedad, especialmente en el ámbito de los biomarcadores, protagonizan unas jornadas que se celebran hasta el 19 de mayo en Barcelona (España), con la participación de más de 20 referentes mundiales.
Las jornadas están organizadas por Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), el centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, juntamente con el University College London (Reino Unido) y la Universidad de Gotemburgo (Suecia).
En declaraciones a la prensa, el responsable del grupo de Biomarcadores en Fluidos y Neurología Traslacional del BBRC, Marc Suárez Calvet, destacó que en los últimos dos años ha habido “un cambio de paradigma” en el abordaje de la enfermedad.
Por un lado, los investigadores han avanzado en el desarrollo de biomarcadores en sangre, es decir, elementos que se pueden identificar en una analítica en sangre y que se ha observado que pueden detectar de forma “muy precoz y precisa” el alzhéimer, indicó Suárez.
En estos momentos, la prueba “de referencia” es el análisis del líquido cefalorraquídeo, que se tiene que extraer mediante una punción lumbar, procedimiento molesto e invasivo.
Pero los investigadores ya están en las últimas fases de implantación clínica de las analíticas de sangre como prueba de detección, con lo que podría ya generalizarse al menos en los centros especializados —no aún en la primaria— en un plazo de unos cinco años, ha augurado, por su parte, la también investigadora del BBRC Marta del Campo.
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Queda por ver, y eso es parte de la investigación pendiente, si la analítica de sangre por sí sola será suficiente para todos o solo para una parte de los pacientes, y en qué casos habrá que cumplimentarla con más pruebas (líquido cefalorraquídeo o técnicas de imagen).
El otro elemento clave del cambio de paradigma es el avance en los medicamentos, como es el caso del lecanemab, que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) está estudiando y que reduce el deterioro mental.
“Son fármacos que, si bien no curan la enfermedad, modifican su evolución, así que somos optimistas”, reza Suárez.
El investigador enfatizó, en este sentido, que estamos ante “un cambio de paradigma” que no solo va a favorecer a los pacientes, sino también a los cuidadores, ya que es un enfermedad neurodegenerativa que conlleva una progresiva e importante pérdida de autonomía.
Suárez destacó que la inclusión en los próximos años de nuevos biomarcadores en sangre y de nuevos fármacos, junto con el progresivo envejecimiento de la población, obligará a una adaptación del sistema sanitario: “Todo esto requiere de una infraestructura que ahora mismo no tenemos”, indicó.