EFE
Los resultados de esta investigación se publican en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, en dos artículos en el que sus autores aseguran que es la primera vez que se detecta esta molécula prebiótica en protoestrellas de tipo solar, el tipo de estrella a partir de la cual evolucionó nuestro Sistema Solar.
En concreto, los dos equipos de investigadores han detectado este elemento químico en “IRAS 16293-2422", un sistema múltiple de estrellas muy jóvenes que se encuentra a unos 400 años luz de distancia, en una gran región de formación estelar llamada Ro Ofiuco, en la constelación de Ofiuco (el portador de la serpiente).
Los nuevos resultados de ALMA muestran que el gas de isocianato de metilo rodea a cada una de estas estrellas jóvenes, señala en una nota de prensa el Observatorio Europeo Austral (ESO).
La Tierra y los demás planetas de nuestro Sistema Solar se formaron a partir del material que sobró tras la formación del Sol.
Por tanto, estudiar protoestrellas de tipo solar, puede ayudar a los astrónomos a comprender el pasado, permitiéndoles observar condiciones similares a las que condujeron a la formación de nuestro Sistema Solar hace más de 4.500 millones de años.
Uno de los grupos está codirigido por Rafael Martín-Doménech, del Centro de Astrobiología (CAB) de Madrid, y Víctor M. Rivilla, del INAF-Observatorio Astrofísico de Arcetri, en Florencia (Italia); y el otro por Niels Ligterink, del Observatorio de Leiden (Países Bajos) y Audrey Coutens, del University College London (Reino Unido).
Martín-Doménech y Rivilla aseguran estar “especialmente emocionados” con el resultado porque estas protoestrellas son muy similares al Sol al principio de su vida, con las condiciones adecuadas para que se formen planetas del tamaño de la Tierra.
“Ahora, con el descubrimiento de moléculas prebióticas en este estudio, contamos con otra pieza del rompecabezas que nos ayudará a comprender cómo surgió la vida en nuestro planeta”, añaden.
ALMA permitió a ambos equipos observar la molécula en varias longitudes de onda. Así, detectaron las “huellas” características de esta molécula en la luz emitida por el gas caliente y denso que rodea a las estrellas en formación, explica el CAB en una nota.
Luego, los investigadores, con modelos químicos de ordenador y experimentos de laboratorio, “refinaron la comprensión del origen de la molécula”.
En este sentido, Ligterink asegura estar satisfecho con los resultados de laboratorio que apoyan este trabajo: “además de detectar moléculas, también queremos entender cómo se forman”.