22 nov. 2024

Detrás de sus hijos fueron capacitadas y hoy son educadoras

Lidia Careaga (50), Adriana Galeano (48) y Antonia Villasanti (30) en su momento no tuvieron la oportunidad de continuar con sus estudios, por problemas económicos. Cuando se estrenaron como madres, y abuelas en algunos casos, con perseverancia buscaron la estimulación temprana y el apoyo escolar para sus chicos en Global Infancia (GI). Lo que no se imaginaron es que ellas también terminarían capacitándose.

Hoy son educadoras de primera Infancia no formal para la organización citada en el Centro Comunitario de Remansito. Además, asisten a la facultad para perfeccionarse en el talento que descubrieron a través de sus hijos: Enseñar.

Superación. Adriana trabaja con los núcleos ubicados en asentamientos de Remansito. Instruye a chicos a través de juegos lúdicos. Su talento como educadora lo descubrió cuando llevaba a sus nietos al programa. Después de capacitaciones y animarse a terminar la secundaria a los más de 40 años, dejó su empleo como trabajadora doméstica para prestar servicios a Global.

La prueba más difícil que le tocó superar recientemente fue el cáncer de mama. “Con el dolor de mi alma presenté mi renuncia, pero los encargados me dijeron que no la iban a aceptar y me iban a apoyar en todo”, relata Adriana. Deja escapar algunas lágrimas al recordar su difícil peregrinar del que hoy no queda huellas.

“Hice todo el tratamiento y hoy estoy curada. Mi fe y el apoyo que recibí fueron fundamentales. Venir a trabajar y no quedarme encerrada me ayudaron a no enfocarme en mi enfermedad”, resalta.

Motivación. “Cuando mi hijo tenía un año y seis meses le traje para la estimulación temprana aquí en el centro comunitario. Yo era caradura y me quedaba en una esquinita. Es mi primer hijo y todo me daba miedo”, recuerda Antonia.

Después de un tiempo, las profesoras la invitaron a participar de talleres y capacitaciones sobre atención a primera infancia no formal. Esto la motivó para estudiar formación docente y ahora va por la licenciatura. Actualmente forma parte del equipo de educadores en Remansito, donde, a través de juegos, estimulan a los chicos para el desarrollo y aprendizaje.

Habilidad. El vínculo de Lidia con Global también fue a través de sus hijos. Gracias a la habilidad que tiene para las manualidades, fue contratada para dar talleres a las madres. Su carisma para enseñar le sirvió para que a los 46 años ingrese a la universidad para buscar la licenciatura. Ahora, con sus 50 años, además de estar en el programa de estimulación temprana, también es docente del nivel inicial en una escuela subvencionada de Remansito. “Querer es poder”, concluye.

Buscando que mi hijo acceda a oportunidades que yo no tuve, sin pensar también se me abrieron las puertas a mí. Antonia Villasanti (30), educadora de GI.

Antes les decía a mis hijos que estudien, ya que yo no pude. Ahora les digo que también lo haré porque es mi momento. Adriana Galeano(48), educadora de GI.