Un incendio de 6.900 hectáreas de extensión en la localidad de Pacific Palisades se convirtió en “uno de los más destructivos desastres naturales de la historia de Los Ángeles”, dijo la jefe de bomberos Kristin Crowley, mientras que otro de más de 4.000 hectáreas en Altadena también está “cero por ciento” controlado, indicó el jefe de bomberos del condado, Anthony Marrone.
“Altadena está devastada”, remarcó Judy Chu, la congresista estadounidense que representa a la región y que visitó un centro de evacuación donde se refugiaron unos 1.000 residentes desplazados por las llamas.
“Están trastornados. No saben a dónde volverán una vez que se contenga este incendio”, dijo a la cadena de noticias local KTLA.
Más de 130.000 personas en toda el área aledaña a esta metrópolis del oeste de Estados Unidos afrontaban órdenes de evacuación, mientras los meteorólogos advirtieron que las condiciones “críticas” de viento y sequía no han terminado, si bien han disminuido.
“Es probable que el fuego siga avanzando con incendios en curso o nuevos focos” durante, indicó un boletín del Servicio Meteorológico Nacional estadounidense (SNW por sus siglas en inglés).
Sin embargo, en Hollywood, cuna histórica de la industria cinematográfica estadounidense, recibió buenas noticas. Las órdenes de evacuación se levantaron el jueves por la mañana, después de que los equipos de bomberos y emergencias lograran contener el incendio bautizado Sunset.
“Afortunadamente, el incendio Sunset está bajo control”, dijo Margaret Stewart, portavoz del Departamento de Bomberos del condado de Los Ángeles.
Las llamas, que se desplazan rápidamente avivadas por fuertes ráfagas de vientos, ya arrasaron más de 2.000 edificaciones, muchas de ellas mansiones valoradas en millones de dólares.
Es una tragedia que los medios estadounidenses describen como la peor en la historia de Los Ángeles.
El sur del estado de California tuvo dos décadas de sequía que fueron seguidas por dos años excepcionalmente húmedos, los cuales provocaron un importante crecimiento de floresta, dejando la región repleta de elementos combustibles y preparada para arder tras ocho meses sin lluvias significativas.