Hace calor en diciembre del 2023. Hacía también calor en diciembre de 1945. Ese año, una madre iba con su hijo de seis meses rumbo a Caacupé.
A pesar de la alta temperatura de esa época del año, la madre del niño, con seis meses de vida entones, lo llevó a peregrinar con ella.
Sin embargo, el pequeño no aguantó la alta temperatura y falleció. Pero con él nació la devoción única que se extiende a lo largo de casi siete décadas.
Muy cerca del lugar donde el bebé perdió la vida surge un manantial del cual los peregrinos se proveen del agua que consideran milagrosa.
Recibí las noticias en tu celular, unite al canal de ÚH en WhatsAppCon los años, el rastro de los familiares de Pablito se perdió en el tiempo. “Solo sabemos que sus familiares estaban en un barrio de Asunción. Un diácono había comentado que iban a ir a verle, pero luego ya hubo cambios y ya no sé si se le rastreó o no”, cuenta Carolina Benítez, devota del niño y que hace un año y medio está como encargada de la capilla.
Testimonio. Carolina se emociona al describir la devoción que ella misma siente hacia Pablito. Recuerda que vivía en una propiedad en el cerro mismo que pertenecía a la diócesis de San Lorenzo.
Ella iba cada año al novenario del niño milagroso. Le pedía para su casa. Si cumplía con ella, le prometió trabajar para él.
“Pasó el tiempo y después con mi familia conseguimos para nuestra casa acá cerquita de la capilla”, relata.
La encargada del sitio que genera devoción, dice que el lugar es considerado por muchos feligreses que van a Caacupé como milagroso. “Y yo puedo dar testimonio de eso”, reafirma. Desde todos los puntos cardinales van personas para cumplir la promesa que le hicieron a Pablito.
Otros van para pedirle salud, trabajo, salir de una situación difícil, lograr progresar en sus negocios, agradecer por los favores recibidos.
En la entrada de la capilla, varios cuadros, mensajes y otros objetos son la muestra de la gratitud hacia el cumplimiento del pedido que le habían hecho los devotos.
Futbolistas famosos y personas anónimas, todos por igual, dejan la constancia única de su fe.
“Yo creo que a través de él también podemos llegar a Dios. Por todo lo que yo viví y pasé, creo que sí él puede darte mucho milagros”.
Un punto aparte es el pozo del cual la gente utiliza para refrescarse y también llevar el agua que consideran con poderes milagrosos.
Algunas personas lo utilizan como pozo de los deseos, ya que se ven algunas monedas en el fondo.
Los pedidos y agradecimientos al niño fallecido en el 45 no solo se centran en quienes llegan hasta él.
Muchos padres van con sus hijos para agradecerles por haber superado una enfermedad, culminado con éxito el año lectivo y para que les cuide todos los días.
“Una amiga que vive ahora en Itá, me contó que a través de la intersección de Pablito, en tres ocasiones se le cumplió un favor que le pidió”.
La encargada del sitio lamenta que durante la noche no cuentan con seguridad alguna. Por ello, muchas veces ocurren robos de las ofrendas dejadas por los devotos.
Cada semana, cada día, varias personas van rumbo a la ahora Basílica Menor de Caacupé, muchos caminando.
En su trayecto verán la capilla al costado de la ruta en Ypacaraí. Ahí les estará esperando la devoción hacia un niño que les entregará agua fresca y ellos le dejarán la promesa de volver.
