Es importante recordar la importancia de la Carta Magna como un documento fundamental, fruto de acuerdos a los que llega una sociedad, a partir del trabajo de sus representantes. Precisamente, por esto, este 8 de marzo en el que se recuerda el Día Internacional de la Mujer, es una oportunidad para analizar los avances y los retrocesos.
En el mundo, las mujeres están sufriendo el cercenamiento de sus derechos básicos todo el tiempo, y no solamente por crisis económicas que las empobrecen más cada día, sino por el retroceso de la democracia. Debemos mencionar, en una jornada como esta, la situación de las mujeres de Irán, que llevan dos años protestando contra las políticas patriarcales de la República islámica y soportando por ello una elevada cuota de persecuciones. También, tener en cuenta las condiciones de las mujeres afganas, las que, tras el retorno de los talibanes, ven anulados cada uno de sus derechos como ciudadanas, siendo vetadas de la educación y el trabajo fuera del hogar; les es prohibida la práctica de deportes y asistir a los salones de belleza. Dos ejemplos que nos muestran claramente lo necesario que sigue siendo contar con una jornada para la denuncia de la vulneración de los derechos de las mujeres.
La Asamblea de las Naciones Unidas estableció el 8 de marzo como Día para los Derechos de la Mujer; la fecha es un legado de las mujeres sufragistas de principios del siglo XX. Recordando a las primeras sufragistas a principios del siglo pasado, es imposible no relacionarlo con nuestro país y la amenaza de regresión que está poniendo en peligro la participación política de las paraguayas.

El 2023 fue particularmente abundante en situaciones que describen este peligro. El diputado colorado Yamil Esgaib fue sancionado por agredir a tres de sus colegas y a dos periodistas, y aunque este hecho sentó un histórico precedente, muestra, a la vez, el nivel de normalidad que adquiere este tipo de violencia.
La sanción que sufrió el diputado de Honor Colorado, Yamil Esgaib, por sus actitudes violentas contra mujeres en la práctica significa poco. Más grave es recordar cuando este mismo legislador gritaba una amenaza: “Johana, te voy a acosar”, dirigiéndose a la diputada Johana Ortega. En la sala de sesiones se escuchó nítidamente el coro de risas de algunos parlamentarios.
Igual de grave es el retroceso que se puede vis-lumbrar en cuanto a la absurda interpretación de la Ley 5777 “De Protección Integral a las Mujeres Contra Todo Tipo de Violencia” para censurar críticas y cuestionamientos hacia parlamentarias, lo cual debería ser juzgado bajo otro tipo de normativas. Sin embargo, el ejemplo que describe el peligro de retroceso es el anuncio realizado por un senador colorado del sector oficialista, Basilio Núñez, cuando expresó su intención de derogar la Ley 5777 “De Protección Integral a las Mujeres Contra Todo Tipo de Violencia”, por ser, supuestamente, inconstitucional. Ignora este parlamentario el largo camino que se recorrió para lograr esta ley, que tiene por objeto establecer políticas y estrategias de prevención de la violencia hacia la mujer, mecanismos de atención y medidas de protección, sanción y reparación integral.
En el Paraguay, todavía queda un largo camino para seguir trabajando y lograr que la mitad de la población alcance niveles de vida dignos; también debe entender la sociedad que sin igualdad y respeto de los derechos, no podremos vivir una auténtica democracia.